Este sonido sumó popularidad, por qué actúa como una transición hacia la calma contrarrestando la sobrestimulación de los dispositivos electrónicos.
El denominada ruido blanco se volvió cada vez más popular en los estudios cognitivos y neurológicos, ya que este tipo sonido que abarca todas las frecuencias audibles en igual intensidad podría tener un impacto en la forma en que se procesa la información sensorial y cómo se adapta la actividad cerebral.
Según informaron, este sonido consiguió popularidad como una herramienta para promover la relajación, mejorar el sueño y, en algunos casos, reducir el estrés y la ansiedad.
Ejemplo de ruido blanco - gentileza Live Better Media
Cumple estas funciones teniendo en cuenta que actúa como una transición hacia la calma contrarrestando la sobrestimulación causada por el uso excesivo de dispositivos electrónicos.
Mientras que principalmente, ayuda a enmascarar otros sonidos ambientales, lo que reduce la activación de la corteza cerebral ante estímulos auditivos disruptivos.
En este sentido, los estudios que se realizaron sugieren que el ruido blanco podría afectar positivamente en la actividad cerebral, mejorar la claridad mental y la concentración.
También podría reducir el estrés al inducir un estado de privación sensorial parcial disminuyendo la percepción de estímulos externos y creando un entorno sonoro más controlado.
Una investigación de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, en los Estados Unidos, encontró que el ruido blanco mejora la atención y la función ejecutiva en niños y jóvenes con trastorno de déficit de atención (TDAH), aumentando el rendimiento entre el 8 % y el 10 % en tareas que requieren concentración.
De todos modos, la eficacia del ruido blanco para reducir el estrés y la ansiedad no puede considerarse como universal.
Un estudio comparó el efecto del ruido blanco con la música y el silencio en pacientes antes de sus respectivos procedimientos quirúrgicos bajo anestesia raquídea.
Los resultados revelaron que la música era más efectiva para reducir la ansiedad, mientras que el ruido blanco no mostró beneficios significativos en comparación con el ruido ambiental.
Si bien existe evidencia que sugiere que el ruido blanco mejora significativamente la función cerebral, la investigación sobre este sonido es limitada, con muestras pequeñas y resultados inconsistentes, lo que dificulta establecer su eficacia de manera definitiva y puede no ser adecuado para todos.