Entre el sinfín de ofertas recreativas que ofrece Esquel, el canopy se destaca por su adrenalina y también por el extraordinario punto de vista que ofrece del bosque andino patagónico.

El canopy, también conocido como dosel o tirolesa, se destaca por su adrenalina y también por el punto de vista que ofrece. Cerca de Esquel existe la posibilidad de vivir esta experiencia, con un servicio para toda la familia y la posibilidad de atravesar el verde insondable del bosque andino patagónico.

Conocido también como dosel o tirolesa, entre otros tantos nombres alrededor del mundo, se trata de un deporte extremo que consiste en el desplazamiento con poleas suspendidas por cables, usualmente de acero inoxidable, montados en declives o inclinaciones. En este caso, con bases situadas entre los árboles.

Si bien las tirolesas se han utilizado desde hace siglos en áreas montañosas de Europa y Asia, como método para cruzar ríos, barrancos y otros obstáculos naturales; el origen de la tecnología actual del canopy data de los años 70 en Costa Rica. Fue el ingenio del biólogo estadounidense Donald Perry el que dio impulso a su utilización para estudiar la biodiversidad del bosque tropical, principalmente en la copa de sus árboles más altos.

Un par de décadas después, el emprendedor canadiense Darren Hreniuk patentó su tecnología y expuso al canopy públicamente como un instrumento recreativo. También es utilizado en ejercicios militares.

Actualmente, el Centro de Montaña Pueblo Alto, ubicado a unos 35 kilómetros de Esquel y a apenas cinco del Parque Nacional Los Alerces, ofrece este servicio para toda la familia, con una estructura destacada, tanto en Argentina como en Chile.

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El bosque patagónico por dentro

Sin lugar a la metáfora, esta disciplina permite atravesar el verde insondable del bosque andino patagónico, ofreciendo nuevas perspectivas en un recorrido tan vertiginoso como seguro.

Cuenta con los estándares más altos en materia no sólo de seguridad para quien lo practica sino también para el resguardo ambiental; lo que habilita tanto a jóvenes como a adultos para poder practicarlo.

Con el frondoso Parque Nacional Los Alerces como vecino, entre coihues y cipreses se puede recorrer en uno de sus tramos hasta 500 metros, cruzando el cañadón de un río a unos 110 metros de altura.

El atractivo que genera es tal, que tanto visitantes extranjeros como turistas nacionales y mismos residentes patagónicos, ávidos de ver el bosque desde otra perspectiva, se inscriben a diario para poder ser parte. La adrenalina del vuelo y la mágica contemplación del paisaje reverberan en el cuerpo con sensaciones encontradas, que desbordan las emociones.

Esquel turismo

La amplitud visual da la impresión de infinitud y se regenera, según si está nublado o está soleado, con la posibilidad de percibir montañas ubicadas a más de 150 kilómetros.

El paisaje patagónico ofrece, además, pinturas diferentes según la estación del año: el otoño y su variedad de colores, el verano con sus días largos y su sol intenso, el inmenso blanco de la nieve del invierno y el bosque florecido de la primavera.

El complejo permite además, una vez finalizada la actividad poder en la hostería que se encuentra en lugar. Además, como complemento de la seguridad que otorga el emprendimiento, la excursión incluye equipo técnico y guías.

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