Estrella turística, no es más que uno de los 14.500 de su naturaleza de nuestro país, aunque sean pocos los que pueden recorrerse. Entre éstos sobresalen el Ventisquero Negro, que baja del Cerro Tronador, en Río Negro, a 80 kilómetros de Bariloche. En todos los casos, su maravilla trasciende la frontera, de ahí que año a año se multiplique la legión de visitantes.

De los 14.500 glaciares que hay en la Argentina, sólo un par de decenas son turísticos: algunos pueden ser vistos de lejos, muy pocos son visitados o transitables y la inmensa mayoría son conocidos únicamente por los especialistas que los contabilizan, caracterizan y monitorean tal como ordena la Ley de Glaciares.

Si bien el país cuenta con una estrella turística como el glaciar Perito Moreno, que deslumbra al mundo cada vez que rompe el puente de hielo que forma, esta mole de 250 kilómetros cuadrados no es la más grande en su tipo, al contrario, es cuatro veces más pequeño que su vecino, el Viedma, de 1.000 y el más grande de todos, que no concita la misma atención.

El glaciar Perito Moreno se desliza a una velocidad de 100 metros por año, formando una barrera entre el Brazo Rico y el Canal de los Témpanos del Lago Argentino, lo que termina produciendo la tan famosa ruptura de sus paredes a causa de la gran presión que ejerce el agua y que tanta admiración causa entre los turistas.

Cada cuatro años aproximadamente grandes bloques de hielo se desprenden con un estruendo similar al de un trueno de impactante magnitud, tal como sucedió por última vez el 10 de marzo del año pasado.

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Pero más allá del famoso Perito Moreno, “desde Tierra del Fuego a Jujuy, los hielos cubren 5.600 kilómetros cuadrados y la mayor parte de estas formaciones tienen menos de un kilómetro cuadrado, están a mucha altura o en desiertos y a pesar de irrumpir en el paisaje por su blancura, no son vistos por el turismo como objetivo y muchos son desconocidos”, informó el glaciólogo Lucas Ruiz, miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

Entre los miles de glaciares desconocidos del país sobresalen los de colores y entre estos se destaca el Ventisquero Negro, que baja del Cerro Tronador, en Río Negro, a 80 kilómetros de Bariloche y que en temporada recibe hasta 2.000 visitantes, casi nada respecto a la afluencia al Cerro Catedral de San Carlos de Bariloche.

Cómo llegar

Al glaciar oscurecido por las morenas laterales se puede llegar en coche y tras una caminata de 2.000 metros, pero sólo uno de cada 10 visitantes de Bariloche lo conoce y muy pocos lo han ido a ver, a pesar de tiene como espectáculo adicional una ruta que va entre dos lagos bellísimos.

Junto al Moreno, en el Parque Nacional Los Glaciares, están el Upsala -el segundo más grande, de 765 Km-, el Viedma y el Spegazzini, mientras que yendo en barco por la zona del Chaltén, sobre la parte norte del parque y en cercanías del cerro Fitz Roy, se ven otros cuatro de difícil acceso.

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Desde el refugio Otto Meilling, vecino al Tronador, se puede ver el Glaciar Castaño Overo; en cuanto al glaciar Los Alerces, existe la posibilidad de cruzarlo a pie hasta un refugio, lo que demanda equipo y formación especial de andinistas, como ocurre con los glaciares del Cerro Aconcagua, de Mendoza.

En la provincia cuyana, desde Plaza de Mula se puede llegar al glaciar Horcones Superior que tiene color rojo o similar, y realizar una caminata por el Horcones Inferior, que además tiene la característica de tomar distintas tonalidades de amarillo, debido a las piedras que toca en su lento recorrido de bajada a los valles.

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