Lo que fue el Instituto Unzué, hoy es un vórtice paranormal

Las experiencias de neto perfil paranormal que aún hoy, a 105 años de su apertura como asilo para pobres, huérfanas y desamparadas, lejos están de haber perdido vigencia en un edificio construido en 1911 en Mar del Plata donde ruidos estridentes provenientes de la nada, carcajadas perdidas de chicos que ya no están, escalofriantes lamentos de una mujer y el fantasmagórico llanto de un bebé, hacen a un conjunto de anomalías capaces de estremecer a quienes lo perciben y a quienes aún en la actualidad transitan por sus pasillos.

El escenario de este vórtice de misterio es los que fue hasta 1997 el Asilo Saturnino Unzué, el que sus hijas Concepción y María de los Remedios ordenaron levantar en memoria de su padre, y que hoy funciona como centro cultural que, por lo visto, no ha logrado escapar los episodios inexplicables que se registran en su interior.

Los fantasmas del Asilo para niñas Unzué y que ocupa toda una manzana de las afueras de la ciudad de Mar del Plata, constituyen en cierta medida una leyenda de la llamada ciudad feliz.

Aunque la reiteración de fenómenos difíciles de entender llevan a prestarle atención a la matriz paranormal que da cabida a manifestaciones que aterran al personal del ahora centro cultural, en especial a los vigiladores nocturnos.

A principios del Siglo XX

En su rol de asilo, el Unzué abrió sus puertas en 1912, casi al año de culminada la obra concebida en el estilo neobizantino y que rápidamente se convirtió en un emblema arquitectónico de la ciudad balnearia por entonces, en pleno desarrollo urbanístico.

El lugar acogió a chicas huérfanas y procedentes de familias pobres que recibían cobijo en la institución, la que también funcionaba para recibir a muchachas de la alta sociedad que tras haber cometido un desliz sentimental, quedaban embarazadas. Allí los hijos no queridos de la alta sociedad, encontraban un lugar para crecer cuidados, pero lejos de sus padres y mas lejos aun de la clase social dominante por aquellos años.

El tiempo que estas jóvenes permanecían en el asilo era hasta el momento del parto, situación que era mantenida en secreto por sus familias dibujando la ausencia de la adolescente con un supuesto viaje a Europa. Tras el nacimiento, la mujer volvía a su casa y su hijo olvidado quedaba en la institución como un huérfano más.

Dolor impregnado

Si bien para distintos psíquicos esas situaciones dolorosas puedan dar fácilmente lugar a registros de memoria impregnados en las paredes de la construcción y que luego se materializan en los fenómenos apuntados, un hecho acaecido en 1927 es considerado como otro disparador importante de las anomalías allí registradas.

Al parecer, un capellán del asilo sedujo a una de las novicias al punto de llevarla al pecado de la carne y al cabo de la tórrida relación la religiosa concibió un hijo. Una versión similar pone como protagonista a un chofer del instituto que violó a la mujer sin importarle sus hábitos y con el mismo resultado. Para ocultar la vergüenza y poner distancia del escándalo, la novicia fue encerrada en los túneles del asilo para que nada se supiera de su condición y estado.

Por Sebastián Aranguren

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