Aumenta la conciencia sobre la necesidad de abandonar la comida chatarra y reducir los envasados. Que hay que saber para volver a las fuentes

Naturismo, alimentación consciente, crudismo, veganismo. Todas corrientes de alimentación que buscan volver a la naturaleza, recuperar la consciencia y el gusto por lo que cocinaban y comían nuestros abuelos, en un intento por salvarnos del plástico y de la comida chatarra que nos invade.

También, este regreso a las fuentes significa haber entendido que la mala alimentación (con exceso de grasas saturadas, sodio, conservantes y colorantes químicos, por nombrar sólo algunos de los aditivos que suele contener la comida industrializada), provoca enfermedades que pueden causar la muerte. El cáncer es una de ellas. “Las dietas malsanas y la inactividad física son importantes factores de riesgo de enfermedades crónicas. Los informes de expertos nacionales e internacionales y las revisiones de la bibliografía científica actual hacen recomendaciones sobre la ingesta de nutrientes para prevenir las enfermedades crónicas”, advierten expertos desde la página web de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y agregan: “Las frutas y las verduras son componentes esenciales de una dieta saludable, y un consumo diario suficiente podría contribuir a la prevención de enfermedades importantes, como las cardiovasculares y algunos cánceres. En general, se calcula que cada año podrían salvarse 1,7 millones de vidas si se aumentara lo suficiente el consumo de frutas y verduras”.

Pero mientras la OMS recomienda comer más frutas y verduras, lo cierto es que la producción de alimentos a nivel mundial se ha transformado de una manera vertiginosa, en la búsqueda de cantidad y olvidando en muchos casos, la calidad. Ahora los cultivos son transgénicos, la carne que se vende en las góndolas de los supermercados es producto de cría en feed lots o engorde a base de antibióticos y hormonas, los vegetales ya no tienen el sabor, ni el color ni el olor de antaño: ahora parecen de plástico y abundan en pesticidas. “La manera en la que se transformó la agricultura y la cría de animales, la manipulación del material genético de los cultivos, y hasta la intoxicación con pesticidas. Todos estos factores nos hacen caer en la cuenta, de que cada vez se nos reduce más la cantidad de productos comestibles de los que podemos afirmar su inocuidad. Con el paso del tiempo, consumimos alimentos más peligrosos, llenos de azúcares, grasas y tóxicos; con menos gusto y olor natural y vacíos de nutrientes. Así minamos nuestro organismo sano y lo vamos enfermando, principalmente, desde la mala alimentación”, reflexiona la doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga.

ADEMÁS:

Buena nutrición en los chicos es igual a un buen aprendizaje

Qué es el linfedema, la enfermedad que padecería la hija de Cristina Kirchner

Las corrientes de alimentación natural, que buscan recuperar los orígenes, volver a las fuentes, surgieron en el mundo entero en parte, en respuesta a los procesos industriales, a la fabricación en serie de alimentos envasados y a la cría impiadosa de animales de criadero. Uno de movimientos que se manifestó a nivel mundial en ese sentido es el Slow Food, integrado por “consumidores responsables”, que intentan reducir la velocidad con la que comemos y utilizar los sentidos a pleno para disfrutar de comidas de calidad. “Además enseñan a elegir la buena comida que se produce en armonía con el medio ambiente y las culturas locales”, dice Rodriguez Zía. “Los seguidores de este movimiento acuñaron el término ‘coproductor’ para resaltar el poder del consumidor. Los coproductores

pueden apoyar a los agricultores locales, pescadores, ganaderos, lecheros, etc., no sólo con la compra de sus productos, sino también aprovechando la gran cantidad de información y consejos que pueden ofrecer. De esta manera, se busca aprender más acerca de la calidad y aumentar nuestra comprensión de lo que significa una dieta saludable, más sabrosa y responsable, que debe tener estos ítems: 1) Comprar los ingredientes enteros. Cocinarlos y comerlos. 2) Evitar comer alimentos procesados, con largas listas de ingredientes. 3) Hacer crecer algunos de tus propios alimentos. 4) Siempre que sea posible, conocer la historia detrás de los alimentos que se compran. 5) Adquirir comida local y averiguar lo que está en temporada”, agrega la médica.

El naturismo, movimiento también conocido como “de alimentación consciente”, va en una búsqueda similar al Slow Food: la recuperación de la esencia de la naturaleza. “En el naturismo se aconseja que los nutrientes provengan de alimentos cercanos a la naturaleza”, afirma la doctora Susana Zurschmitten en el libro La dieta inteligente (Grupal). “Se trata de alimentos ricos en elementos naturales, los que el cuerpo reconoce y utiliza con mayor eficiencia para sus necesidades de regeneración y para mantener su fuera vital”, agrega. Zurchsmitten, médica que se especializó en nutrición naturista, afirma que los alimentos con muchos conservantes, colorantes y edulcorantes, y con largos procesos de industrialización, dejan en los órganos residuos que generan una gran pérdida de energía. “Si estos residuos no se eliminan adecuadamente, se depositan en los tejidos, favoreciendo la aparición de enfermedades”, dice.

Pablo Martín, chef y periodista, afirma “somos lo que comemos y lo que hacemos”, en su libro Fast Food consciente, recetas rápidas para una vida relajada (Planeta). Y agrega: “Si continuamos con una alimentación industrializada, refinada, pobre en nutrientes, que sólo nos llena pero no nos nutre, a la larga o a la corta volveremos a enfermarnos”. En su libro el autor presenta recetas de alimentación consciente para preparar en 30 minutos. “La base de esta alimentación”, explica, “se divide en tres grupos: frutas, verduras (de tierra y de agua) y semillas (oleaginosas, cereales y legumbres). De esta forma su organismo tendrá todos los nutrientes que necesita y usted y su familia ganarán calidad de vida, porque de eso se trata, de la calidad y no de la cantidad”. El chef aconseja realizar una alimentación consciente comiendo fruta por la mañana, proteínas al mediodía y vegetales por la noche. “Lo ideal es comenzar el día con dos o tres frutas”, continúa en su libro.

¿Y si quiero ser vegetariano? “La elección de ser vegetariano es muy saludable siempre y cuando nos sepamos defender de los agrotóxicos que lamentablemente han invadido los cultivos en el mundo industrializado”, dice la doctora. Rodríguez Zía. “A nivel médico siempre ha existido la duda de las carencias nutricionales que pudiera tener una persona sobre todo con las proteínas. Hoy sabemos que si balanceamos un menú semanal con porotos, harina y leche de soja, o soja texturizada, estamos aportando todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo no puede producir. A la soja solo le falta la metionina, lo que se puede subsanar perfectamente si la persona ingiere claras de huevo y/o leche”, agrega.

El resto del menú vegetariano debe abarcar todo tipo de cereales (arroz, maíz, trigo, avena, cebada, centeno, mijo), legumbres (porotos, negros, rojos, blancos, habas, garbanzos, lentejas, arvejas), frutas, tubérculos y hortalizas. Esto hará que la alimentación sea rica en vitaminas, minerales, ácidos grasos y proteínas y, sobre todo, disminuirá el riesgo cardíaco que tienen las personas que consumen una dieta a base de carne.

“Hay trabajos que muestran que una dieta vegetariana también previene de muchos tipos de cáncer, dado que se la considera una alimentación antiinflamatoria, disminuyendo la oxidación del ADN y generando menos mutaciones”, afirma la experta.

Aparecen en esta nota:

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2021-110619619-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados