Reconocida internacionalmente por La Trochita y La Hoya, Esquel es un tradicional destino turístico en la cordillera patagónica, con actividades invernales que ofrecen la posibilidad de redescubrir este lugar. Con escenarios naturales privilegiados y raíces culturales profundas, más una ubicación estratégica, permite recorrer distintos circuitos regionales.

La nieve como compañera de ruta entrega un marco paisajístico único en la cordillera chubutense, Esquel y sus alrededores proponen actividades para gozar del espíritu blanco. Cascadas, lagunas congeladas, cabalgatas en la nieve, y el té galés, hacen una propuesta completa y muy interesante en estos meses, hasta el inicio de la primavera.

La Trochita y La Hoya son dos clásicos de la provincia del Chubut, sellos distintivos que reconocen nacional e internacionalmente a Esquel como destino turístico en la cordillera patagónica, pero las actividades invernales ofrecen la posibilidad de redescubrir este destino más allá del viejo expreso patagónico o del esquí y el snowboard.

Esquel, perla cordillerana del Chubut, cuenta con escenarios naturales privilegiados, raíces culturales profundas y una ubicación estratégica que permite recorrer desde aquí diferentes circuitos regionales.

Marco natural
Esquel, al estar asentada en un valle de origen glacial, se encuentra rodeada de laderas con alturas entre 200 y 500 metros con respecto a la ciudad, a las que se pueden acceder con facilidad y disfrutar de las panorámicas que éstas ofrecen en sus seis propuestas de senderos periurbanos, cada una generando una experiencia memorable diferente.

Por su lado, La Reserva Natural Urbana La Zeta a tan solo 4 kilómetros de la ciudad, es una de las pocas en su tipo que hay en la Argentina y que constituye uno de los paseos más bellos del city tour. "Nuestro Patio", como identifican los esquelenses a esta hermosa Reserva, se puede llegar en automóvil, en bicicleta o bien caminando, para deleitarse con semejante paisaje y del avistaje de la flora y fauna del lugar.

Asimismo el paseo de 12 kilómetros hasta La Hoya, impacta al turista con sus increíbles paisajes en su recorrido sinuoso, y en la Curva de los Guanacos es posible sorprenderse con estos camélidos que custodian el lugar.

A caballo por la nieve

Sin necesidad de contar con experiencia previa, trepar el cerro Nahuen Pan cubierto de un manto blanco, es para los principiantes una de las experiencias más sorprendentes en la Patagonia Andina, y para los más experimentados una aventura cargada de diferentes sensaciones por estos paisajes.

Los guías encuentran para cada ocasión, los senderos apropiados para que el paseo deje una huella imborrable en la retina del turista, mientras comparten anécdotas e historias de lo que significaba y significa la vida en el campo en estas latitudes.

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