Boxeadores que no dan el peso, títulos que se regalan, rankings que no se respetan, caídas dudosas, improvisaciones, remiendos, combo de una velada de terror vivida en Arroyo Seco, que no es más que las secuelas de un boxeo que ya no es, y que parece no querer cambiar

Que Dios le da pan al que no tiene dientes es un refrán cuya realidad boxística vernácula es capaz de superar día a día, asombrosamente. Pero hay conductas que exceden el entendimiento, tan incomprensibles que ni a la mente más fantasiosa de Hollywood se le ocurriría plasmar en el 7º arte.

A Luis Rueda, 32 años, 18-1-0, 5 KO –no es La Cobrita, este es Spiderman- y a Hugo Santillán (Dinamita), 22 años, santafesino, 18-4-1, 8 KO, en el mundo del boxeo se los conoce poco y nada. Ni hablar fuera de él.

En otra época estarían dichosos de ser parte de un festival televisado, y morirían por que su pelea se pase aunque sea en el falso vivo de la franja horaria estipulada.

Pero la escasez reinante hizo que ambos tuvieran la suerte de ser elegidos para protagonizar el fondo televisado de la velada del último sábado en el club Talleres de Arroyo Seco, Santa Fe, y no solo eso, sino además, disputar un título: el latino superpluma interino OMB que se hallaba vacante, sin siquiera figurar en dicho ránking, lo cual hace pensar en lo inútil de la confección de tan meticuloso listado como el que arma la OMB con púgiles latinos, si no se va a respetar.

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Tantos premios juntos, que incluyeron ilegitimidades reglamentarias, fue pagado por ambos de la peor manera, al punto que la historia no recuerda un caso similar: ninguno de los dos dio el peso de la categoría en disputa (59 kg).

Santillán, el más “aplicado”, dio 59,900 (casi 1 kilo por encima), y Rueda descaradamente se pasó más de 3, e incluso se fue dos categorías arriba: dio 62,100, cuando el límite de la división que le seguía (ligero) era de 61,250.

Eso no fue todo, porque la vergüenza hizo que ambos intentarán bajarlo, aunque era tarea imposible. Pero no cesaron las ridiculeces.

Rueda –el “sarpado”- bajó hasta 61,200 y se fundió (estaba casi al límite de ligero). Y Santillán -de algún modo, el local-, hizo algo increíble: llegó hasta 59,100, es decir, 100 gr por encima del peso que debía dar, y se frenó, aún cuando tenía tiempo para seguir bajando. Pero no lo hizo, porque su rival no alcanzaba la meta.

Luis Rueda BOX_result.jpg

En realidad –confesó luego en una nota frente a las cámaras de TyC Sports- no lo hizo porque le dijeron que igual no le iban a dar el título en la balanza como correspondía, cosa que habría que ver si fue así, porque si había un veedor –como tiene que haber obligatoriamente- tendría que dar explicaciones sobre eso. Es que por reglamento, en cualquier parte del mundo, el que da el peso en la balanza se queda con el título en disputa si su rival se excede más de lo permitido -en Argentina es 1 kg-, y el que no lo da lo pierde, o no puede pelear por él si se realiza el combate.

No obstante, eran apenas 100 gr, y él se había comprometido a dar los 59 kg desde el vamos. ¿Cuál era el problema de cumplir con la regla, aunque sea por orgullo? Pero la cosa no quedó ahí. Lo peor –si es que podía haberlo- estaba por venir.

Según se cuenta, apareció un supuesto representante de Santillán –de apellido Estrada- que exigió el doble de la bolsa para que su boxeador se suba al ring, cosa que reglamentariamente podía hacer siempre y cuando hubiera equivalencia en peso (la había si se quedaba en 59,100, pero si entraba en 59 no), bajo amenaza de retirarlo en caso contrario, a lo que el promotor de la velada, Osvaldo Rivero, no se opuso. Y Santillán se bajó.

Hugo Santillán BOX_result.jpg

En primer lugar, si éste hubiera dado el peso y su rival no, aunque la pelea no se hiciera tenía el derecho de cobrar la bolsa.

En segundo, los incumplimientos de exceso de peso suelen castigarse con multas, que se sacan de la bolsa del que incumplió y se le agregan al que cumplió, compensando, cosa que debiera figurar en el contrato de la pelea.

La cuestión es que por estar mal asesorado, Santillán se perdió cuanto menos la bolsa, y quizás también el título, de haber dado el peso reglamentario. Pero se quedó sin el pan y sin la torta, algo que suele suceder cuando paracaidistas se meten en temas que desconocen.

Casualmente, en la semana, el pesado neuquino Matías Vidondo, campeón argentino de los completos, había twiteado premonitoriamente esto:

@matiasvidondo | El año pasado peleé el título sudamericano y defendí el mío Argentino. 10 rounds. Cobre 50000 pesos de los que me quedaron 38000. Hacia un año y medio que no peleaba porque no salía ninguna pelea. Como podemos vivir los boxeadores así? No es una cuestión de virtudes. Es económico

Otra vez, Dios da pan al que no tiene dientes.

Caído el fondo, había que reemplazarlo. Y se echó mano al semifondo que estaba pactado a 8 vueltas entre el misionero Alejandro “Cuervo” Silva –ex marido de la Tuti Bopp- y el rionegrino César Vergara, ambos de apenas 8 peleas cada uno, que jamás fueron fondistas, ni pelearon a más de 6 rounds.

Sin embargo, también sin estar en el ránking, disputaron un título latino “plata” (o sea, interino) vacante -el superwelter del CMB- que se aprobó de la noche a la mañana, en otro acto flagrante de poca seriedad e improvisación.

Cabe aclarar que para que la TV, o los sponsors gubernamentales –Intendencias, Municipios, etc- paguen determinadas bolsas, por contrato debe haber un título en juego. De allí la desesperación por querer cerrar el que venga a como dé lugar.

Pero la culpa no es del chancho, sino del que le da de comer, y Silva se impuso por KO 2 ante un rival que comenzó a caerse antes de que impactara el cross diestro en su mentón –que llegó-. Y se había caído ya en el 1º ante una inocua mano en el bazo, que Vergara habrá supuesto que era el hígado y la acusó como tal.

Ahora un nuevo campeón latino con apenas 9 peleas, sin oposición. Así es como no se hacen las cosas y como se desvirtúa la esencia del boxeo. Parece a propósito. Que Silva y su equipo sepan comprenderlo, y más allá de merecimientos, que al menos ellos no se lo crean.

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