Ocurrió en 1580 y tuvo como protagonista a Pedro Sarmiento de Gamboa, enviado especial del Virrey del Perú, Don Francisco de Toledo, mientras -junto a su tripulación– estaba embarcado en el navío español “La Nuestra Señora de la Esperanza”.
El primer caso de observación de un vehículo extraterrestre dirigido (VED) de que tengamos noticias, ocurrido en el extremo sur de América, fue registrado hace –exactamente– 445 años.
Ocurrió el domingo 7 de febrero de 1580 y tuvo como protagonista a Pedro Sarmiento de Gamboa, enviado especial del Virrey del Perú, Don Francisco de Toledo, mientras –junto a su tripulación– estaba embarcado en gallardo navío español “La Nuestra Señora de la Esperanza”, con estrictas órdenes de registrar “todo cuanto os pasare, así en rumbos por donde navegareis como en todas las tierras que fuéredes viendo y descubriendo”, escribió lo siguiente:
“Esta noche, a una hora de noches a la banda del sueste cuarta al sur, vimos salir una cosa redonda, bermeja como fuego, como una (a)darga, que iba subiendo por el cielo o viento. Sobre un monte alto se prolongó; y estando como una lanza alta sobre el monte, se hizo como media luna entre bermeja y blanca...”
El relato es curioso. Pero preciso y concreto. Un objeto que emerge. Gana altura. Cambia de rumbo, ya a cierta altitud, en el cielo. Se detiene unos instantes. Está sobre la cima de un monte nevado. Algo desconocido y muy luminoso rivalizó con la oscuridad nocturna. Una hora antes comenzaba un nuevo día: el 7 de febrero de 1580.
Pedro Sarmiento de Gamboa y los hombres de la tripulación contemplaron el fenómeno. Notable. Silencioso. No lo atribuyeron ni a maleficios ni a manifestaciones superiores. Se limitaron a dejar constancia de lo sucedido. Llegado a este punto corresponde subrayar que Sarmiento de Gamboa no fue sólo un experto marino, sino que tenía profundos estudios en Geografía y Cosmografía así como en náutica. Se lo recuerda como un diestro geógrafo y aventajado conocedor de la Astronomía. Con esto queremos significar que no nos hallamos ante el relato de alguien que fuera a confundir un fenómeno meteorológico o astronómico –por más raro que fuere– atribuyéndole carácter misterioso. Sino que dejó constancia de lo observado, precisamente, por su condición de singular y de naturaleza que le resultó desconocida.
Hagamos la disección del relato: “... vimos salir una cosa redonda...”: la redacción deja en claro que los testigos fueron varios, y que se trató de un objeto que emergía. Por eso se utilizó el término salir. Y ya una primera descripción: cosa redonda. Cosa: objeto. Algo que da la impresión de ser macizo, concreto. No una bola de luz solamente. Redonda: y aquí mi pregunta... ¿redonda como una pelota o como un disco? Y me inclino por lo segundo. Tengo motivos para ello. Ya veremos. “... bermeja como fuego, como una (a)darga...”: de haber sido un objeto opaco la oscuridad de la noche lo habría tornado imperceptible y ninguno de los marinos sabría de su paso. Pero no fue así. El objeto se presentaba intensamente rojo; por ello se lo compara con el fuego
Y se lo compara con una (a)darga. ¿Qué es una (a)darga? Se trata del escudo protector generalmente realizado en cuero que utilizaron los caballeros andantes, a la manera de Don Quijote de la Mancha. ¿Hay mejor manera de expresar que se trataba de un artefacto discoidal, con forma de lenteja, que el compararlo con una (a)darga? ¿Quién, en aquellas épocas, no habría de comprender qué forma presentaba el objeto? No quedan dudas. Era un VED. Solamente un aparato dirigido inteligentemente puede emerger, ganar altitud, cambiar de rumbo, detenerse, etcétera.
Seguimos. “Sobre un monte alto se prolongó...”: esta última palabra –prolongó– fue utilizada a efectos de indicar que estuvo durante algún tiempo detenido, quieto, firme en el cielo “... y estando como una lanza alto sobre el monte, si hizo como media luna entre bermeja y blanca...”: surgen de este párrafo dos comunes denominadores usuales en este tipo de apariciones.
1°) Al ser visto desde lejos y de canto, el objeto es confundido con una cosa alargada comparable a una lanza. Sabemos bien los ovnilogos la cantidad de casos actuales donde los testigos tienen la impresión de que el objeto cambia de forma a medida que se desplaza. En realidad lo que sucede es que, según desde qué ángulo se observe, surge una forma aparente diferente. En ocasiones totalmente alejada de la real.
Lo mismo nos suele pasar a todos cuando vemos las luces de un avión en noche sin Luna. Si el avión avanza hacia nosotros, observaremos únicamente una poderosa luz blanca. Difícilmente podremos afirmar que es un avión de origen terrestre con tan sólo esa visión. Ahora bien, si en ese momento el aparato cambia de rumbo y se aleja hacia un costado, entonces aparecerán otras luces (las de posición: rojas o verdes) y tendremos así nuevas pautas para deducir su forma real. De cualquier modo siendo de noche y con el único auxilio de las luces que el avión posee – si se está observándolo desde gran distancia – jamás podremos reconocer su forma verdadera. Algo similar pasa con los avistajes de ovnis.A mi juicio, los navegantes españoles cuando vieron al VED elevarse en el cielo estaban mirando su parte inferior; de allí la forma discoidal descripta.
Pero, luego, el aparato comienza a alejarse hacia el continente (hacia el monte) para –al fin– quedar detenido a unos 35° ó 40° sobre el horizonte, y a una distancia suficiente como para que los testigos vieran, solamente, una línea luminosa: un costado del objeto de escaso espesor. Así nace la imagen de la lanza.
Pero tenemos más. Cuando el objeto comienza a desplazarse nuevamente, otros cambios surgen a los ojos de los observadores. Ahora semeja una media luna. Deduzco que el aparato estaba un tanto ladeado, o bien lo tapaba alguna montaña o estaba realizando una maniobra peculiar dejando a la vista de los observadores sólo una parte del aparato.
2°) Cambios de coloración. Es otro de los comunes denominadores del fenómeno al que nos estamos refiriendo. Generalmente los testigos, señalan que estos objetos despiden luminosidades con presencia de diversidad de matices. Aquí ocurre igual. En un comienzo se utilizó la expresión “bermeja como fuego”, pero al finalizar el párrafo leemos “entre bermeja y blanca”. Lo que coincide con descripciones recientes donde se mencionan colores que varían dentro de una amplia gama. Que es, justamente, de lo que trató de dejar constancia don Pedro Sarmiento de Gamboa.
Se trata del primer registro de avistaje de un VED en el extremo sur de América.
Antonio Las Heras es autor de los libro “Qué hay detrás de los OVNIS?” y de “OVNIS, LOS DOCUMENTOS SECRETOS DE LOS ASTRONAURAS” e mail: [email protected]