Este 22 de agosto, se cumple un nuevo aniversario de su nacimiento, ocurrido en 1920, y Antonio Las Heras recuerda su encuentro en Buenos Aires con el genial escritor quien le aseguró que "se necesitan mejores maestros antes que más computadoras".
En abril de 1997, con motivo de haber sido invitado a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, Ray Bradbury (1920/2012) pasó un par de semanas en la ciudad de Buenos Aires. En una de esas jornadas, el escritor de “Crónicas marcianas” (1950), “Fahrenheit 451” (1953) y cientos de relatos de ciencia ficción visitó el Planetario Galileo Galilei, y fue allí donde puede dialogar con él sobre las posibilidades que se abren hacia el siglo XXI y la existencia de otras formas de vida en planetas de lejanas galaxias.
Bradbury es el autor de ciencia ficción, fantasía y terror que más libros ha vendido. Sus Crónicas Marcianas fueron traducidas a decenas de idiomas, llevadas al teatro y al cine. Un asteroide –de los que giran entre la órbita del planeta Marte y de Júpiter-, el que lleva el Nro. 9766, fue bautizado con su apellido: Bradbury. Aquel diálogo con este notable autor, que tuve la posibilidad de concretar hace ya 28 años, sigue teniendo vigencia plena. Es por eso, que aquí lo transcribo.
“La posibilidad de encontrar -me comenta entusiasta Bradbury– formas de vida extraterrestres es muy difícil. Por ahora lo veo como algo remoto. Eso no quita que uno piense que hay billones y billones de estrellas, y eso significa billones de planetas en los que, seguramente, hay todo tipo de vida. La mejor manera de juzgar el Universo es mirar los océanos terrestres. Con diversos seres, totalmente diferentes a nosotros, que consiguen obtener su oxígeno del agua. En las fosas más profundas, en los lugares más oscuros, donde la presión es enorme… aun allí hay vida”.
Bradbury, cuya obra tiene asegurada ya un lugar definitivo en la Literatura Universal, tiene un contagioso optimismo. Sus afirmaciones sobre la conducta humana tienen más fuerza que todo un curso de Control Mental. A los jóvenes les dice: “tienen que creer en el futuro, en ustedes, en sus gustos. Tiene que crecer por su cuenta, cometer sus propios errores, tomar sus propias decisiones y crear su propia vida, como lo hice yo. Lo esencial es creer en uno mismo. Así lo hicieron los grandes de la Humanidad. Están Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y Mozart. Hasta mi amigo Federico Fellini”.
El autor va más lejos y enfrenta el tema de la economía personal: “Todo lo que uno hace no debe hacerlo por dinero. Hay que hacerlo por amor a las cosas. Uno no puede ser feliz si trabaja solo por dinero. Mi `Crónicas Marcianas` fue escrito por un centavo la palabra; pero igual lo hice porque tenía la firme, intensa e íntima necesidad de producirlo.”
“Después si, con el tiempo, - agrega – hice cosas que me dieron mucho dinero. Pero eso sucedió sin que yo estuviera persiguiéndolas. Simplemente hice mis cosas. Mi esposa y yo pasamos 37 años hasta que pudimos comprar un auto. Fueron tiempos de pobreza. Lo importantes es que, cada uno, atienda la realización de su obra personal. El dinero llega por añadidura, pero no es la meta que hay que priorizar.”
“Me parece –indica Bradbury– que estamos creando una generación de estúpidos. Sé que tienen problemas parecidos en la Argentina, pero en los Estados Unidos hay una gran preocupación por poner computadoras en el sistema educativo. Yo pienso que lo que – en verdad – necesitamos son mejores maestros y más libros. Internet es – siguió diciendo – solamente un juego, no hay que engañarse. Solo sirve si se la utiliza para investigación. Pero no enseña creatividad, y eso es grave. En los Estados Unidos no están conscientes de la importancia de desarrollar el interés por la creatividad en los niños”.
En relación a la situación actual que atraviesa Occidente, Bradbury tiene ideas claras y categóricas. “El problema de las nuevas tecnologías es que nos rodean con demasiados juguetes, cuyo uso requiere tiempo y energía. Es lo mismo que almorzar demasiado frecuentemente con gente no adecuada. No se debe perder el tiempo ni con cosas inútiles ni con gente inadecuada. Personalmente, quiero ser creativo: es toda mi razón de ser. Así que debo utilizar el tiempo y mi energía, siempre, con sentido”.
Consultado sobre si cree en Dios, responde: “Creo tanto en Dios como en la teoría de Charles Darwin o de su precursor, Jean-Baptiste Lamark; porque, a mi juicio, ni la existencia del Creador, ni las ideas sobre la evolución de las especies, tienen comprobación suficiente.” Íntimamente ha decidido que la eternidad es la permanencia de una obra. Bradbury se aleja sonriente, franco, caminado despacio y mirando a los ojos de la persona con quien conversa.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo e historiador. “Qué hay detrás de los OVNIS?”, es uno de sus más recientes libros. www.antoniolasheras.com