El italiano venció con autoridad al serbio y jugará su primera final en París ante el español, en un duelo que marca un cambio generacional en el tenis. Será la primera vez que los dos mejores del ranking, nacidos en el siglo XXI, definan un Grand Slam.
La historia empezó a escribirse en las semifinales y el próximo domingo tendrá su capítulo más esperado. Jannik Sinner, número uno del mundo, venció con autoridad a Novak Djokovic por 6-4, 7-5 y 7-6(3) y se metió por primera vez en la final de Roland Garros. Allí lo espera Carlos Alcaraz, defensor del título y número dos del ranking, quien avanzó tras el retiro de Lorenzo Musetti.
Con este resultado, Sinner se convirtió en el primer italiano en alcanzar la final del Abierto de Francia desde Adriano Panatta en 1976. A sus 23 años, el nacido en San Candido sigue marcando hitos: será su cuarta final de Grand Slam (las tres anteriores las ganó), y la tercera de manera consecutiva. Llega con una racha de 20 partidos invicto en torneos grandes, tras consagrarse en el US Open 2024 y en el Abierto de Australia 2025.
Lo más impactante no es solo el resultado, sino cómo lo consiguió: sin perder un solo set en todo el torneo, y apenas cediendo 53 games en menos de 13 horas en cancha. En semifinales dio una muestra contundente de su madurez como jugador: enfrentó a Djokovic, un rival que lo había superado en momentos clave del pasado, y lo dominó con un tenis preciso, agresivo y mentalmente inquebrantable.
Djokovic, de 37 años, poco pudo hacer ante la intensidad y solidez de su rival. El serbio, que venía de levantar su título número 100 en Ginebra, se topó con una versión de Sinner que no le permitió imponer su jerarquía. Fue la cuarta derrota consecutiva que sufre ante el italiano, y tal vez una de las más simbólicas: en la cancha central Philippe Chatrier, el símbolo del tenis moderno dejó paso a uno de sus herederos.
“No es fácil jugar contra Novak, es uno de los mejores de todos los tiempos. Pero intento concentrarme en mi juego y aprender cada vez que lo enfrento”, dijo Sinner tras el partido, con respeto, pero dejando en claro que el cambio de mando ya es una realidad.
El propio Djokovic lo reconoció con su lenguaje corporal: saludó al público con el gesto de adiós, sin esconder su frustración por una derrota que no solo lo dejó fuera de la final, sino que lo aleja del sueño de conquistar su 25° Grand Slam.
Del otro lado del cuadro, Carlos Alcaraz avanzó a la final luego de que su compatriota Lorenzo Musetti abandonara en el cuarto set, cuando el marcador estaba 4-6, 7-6(3), 6-0 y 2-0 tras 2 horas y 25 minutos de juego.
El inicio fue complicado para el murciano. Musetti, que ya le había ganado un set en la final de Montecarlo semanas atrás, lo volvió a incomodar con su juego elegante, su revés a una mano y su inteligencia táctica. Alcaraz cometió errores no forzados, se mostró incómodo y hasta llegó a estar contra las cuerdas durante un set y medio.
Sin embargo, como en los grandes momentos, supo sobrevivir al temporal: elevó su nivel en el tie-break del segundo set, ganó confianza y arrasó con su tenis en los dos parciales siguientes. La seguidilla fue demoledora: firmó un 6-0 y arrancó el cuarto set con dos juegos a favor antes de que Musetti decidiera abandonar el partido.
“No es la manera que uno quiere clasificar, pero le deseo lo mejor a Lorenzo. Fue un partido duro, sobre todo al principio, cuando él dominó los ritmos”, señaló Alcaraz tras el encuentro. “Después me solté y pude hacer mi mejor tenis. Estoy contento por volver a la final”.
El español de 22 años alcanzó así su segunda final consecutiva en París. En total, disputará su quinta final de Grand Slam (todas ganadas hasta ahora), con un récord en polvo de ladrillo que asusta: solo Holger Rune logró vencerlo en lo que va del año sobre esta superficie. Lleva 13 triunfos consecutivos en Roland Garros, donde el año pasado conquistó el título y se colgó la medalla de plata olímpica.
Sinner y Alcaraz se enfrentarán por 12° vez. El historial favorece al español por 7 a 4, aunque las últimas cuatro veces también fueron victorias para él, incluyendo la final del Masters 1000 de Roma hace unas semanas. Sin embargo, en esta edición de Roland Garros el italiano mostró un nivel superlativo, y llega más descansado que su rival.
Será una final inédita, cargada de simbolismo: los dos mejores del ranking mundial, ambos nacidos en el siglo XXI, definirán un Grand Slam por primera vez. El futuro ya llegó, y se jugará en la cancha central de París este domingo.
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