El titular del Consorcio Exportador de Carnes Argentinas, Mario Ravettino, explicó que la estabilidad de los precios no se debe a una mejora estructural del sector, sino a la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores.
El titular del Consorcio Exportador de Carnes Argentinas, Mario Ravettino, explicó que la estabilidad de los precios no se debe a una mejora estructural del sector, sino a la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores. “El consumo per cápita ronda los 50 kilos anuales, muy lejos de los 70 de hace dos décadas”, advirtió.
En un contexto de inflación persistente, la carne vacuna parece haberse desmarcado del resto de los alimentos. Según los últimos datos del Consorcio Exportador de Carnes Argentinas, los precios del sector vienen subiendo a un ritmo igual o inferior al del índice general. “Si tomamos el IPC en junio fue 1,6 y la carne 1,6; en julio 1,9 y la carne 1; en agosto 1,9 y la carne 0,3; y el último mes prácticamente iguales: 2,1 y 2. Está muy estable”, detalló Ravettino.
Sin embargo, detrás de esa aparente calma hay una razón preocupante: la caída sostenida del consumo. “La estabilidad se debe a que la situación económica de la gente hace que no tengamos los niveles de consumo de antes”, sostuvo el dirigente. La pérdida del poder adquisitivo, los salarios rezagados y el encarecimiento de otros gastos esenciales contribuyeron a reducir la demanda, lo que impidió nuevas subas en las carnicerías.
Ravettino explicó que los picos de venta se registran únicamente en fechas puntuales, como el Día de la Madre o las Fiestas, impulsados por el clásico asado familiar. Pero aclaró que se trata de repuntes circunstanciales: “No es una recuperación sostenida del consumo, sino momentos de consumo emocional, ligados a la reunión y la tradición”.
Consultado sobre la disparada de precios de otros productos, como el tomate -que subió un 30% en el último mes-, el empresario subrayó que la carne tiene una oferta constante durante todo el año, a diferencia de las frutas y hortalizas que dependen de la estacionalidad. “Trabajo hace 40 años en esto y puedo hablar de lo que conozco. Las frutas tienen subas ocasionales, pero la carne tiene otra dinámica”, señaló.
El consumo per cápita actual, de entre 48 y 50 kilos anuales por persona, está muy lejos de los más de 70 kilos que se registraban dos décadas atrás. “Esa cifra no va a volver”, admitió Ravettino. Según explicó, hoy la dieta de los argentinos está más diversificada: “Tenemos 50 kilos de carne vacuna, 40 de aviar y 20 de cerdo. Somos el segundo país del mundo que más carne vacuna consume, pero también crecieron las otras proteínas”.
El dirigente aprovechó para comparar los ciclos productivos del sector con los de otras actividades agropecuarias. “Producir un pollo lleva 60 días, un cerdo 120, y un novillo tarda dos años. Eso explica mucho de las dificultades de la cadena ganadera. El productor muchas veces elige sembrar soja, porque obtiene más rentabilidad con menos riesgo”, analizó.
Finalmente, Ravettino lamentó que, pese al extenso litoral marítimo del país, el consumo de pescado siga siendo marginal. “Necesitamos una política agroalimentaria integral, que promueva el equilibrio entre producción, consumo y exportación”, concluyó.
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