A pesar de que no era un personaje conocido fuera del fandom de los comics, el guionista Stan Lee alcanzó un status de celebridad mundial a raíz de haber creado a personajes tan icónicos como Spider-Man, el Increíble Hulk, Los Cuatro Fantásticos, Daredevil y a la gran mayoría de los que pueblan hoy en día las páginas de los comics de Marvel y protagonizan las películas más taquilleras del género como Avengers Infinity War, donde solía aparecer en "cameos".
Fallecido en noviembre último a los 95 años, Stanley Martin Lieber ya fue homenajeado por la editorial número uno del mundo, que sin embargo, insistió en hacerlo incluyendo la columna de 1967 (conocidas como Stan´s Soapbox) que dio inicio a esta sección en todos los títulos editados en febrero.
En esas columnas, Stan mostraba claramente su fluida comunicación con los fans, de los que aceptaba no sólo sus pedidos, sino también el cariño que le prodigaban, al punto de que una ocasión llegó a hablar por teléfono con un fan argentino que luego se convirtió en uno de los dibujantes más destacados de este país, Enrique Quique Alcatena.
En efecto, la columna publicada en primer número de la nueva colección de Daredevil es la siguiente:
La traducción vendría a ser la siguiente:
“Este es un buen lugar para agradecerles otra vez por ser los más maravillosos fans que una editorial podría tener. Marvel está en la cresta de la ola, es su apoyo el que nos puso ahí. Si Marvel les da el tipo de revistas que les gustan, son sus cartas las que nos dicen cómo. Y si Marvel, ocasionalmente, mete la pata… ¡resistan, héroes! Lo que sea que seamos, ustedes lo hicieron. Hemos tenido muchas risas juntos, mucha acción, y lo mejor está por venir; así que… ¡al frente, fanáticos! ¡Marvel está en marcha y no daremos ni un paso sin ustedes! De parte de todo el equipo, a los “Verdaderos Creyentes” en todas partes, nunca los defraudaremos, porque son los fanáticos más grandiosos”.
Las columnas de opinión de Stan Lee comenzaron a aparecer en 1967, en pleno apogeo de la editorial, cuando el guionista pudo dejar de lado su trabajo detrás de la máquina de escribir para pasar a tomar control de la empresa, en la que no dejó de trabajar hasta su muerte. Estas “soapbox” aparecieron por décadas, e inclusive se pueden conseguir recopiladas en libros hasta 1980.