En su segunda visita a Buenos Aires, y tras su participación en el Maximus Festival del sábado, el cantante y cineasta dio su hasta ahora mejor recital en Museum. Aliens abducidos, rave endemoniada, bises interminables y todo lo que pasó en una noche digna de una película de terror clase B.

Rob Zombie pasó el domingo por San Telmo y, en el camino, se deglutió una buena cantidad de cerebros y corazones argentinos. En su segunda visita al país, y tras su participación en el Maximus Festival 2017 que tuvo lugar el sábado en Tecnópolis, el cantante y cineasta se presentó en solitario en Museum y terminó dando su hasta ahora mejor recital de los tres que brindó por estas pampas.

Como con todos sus shows, y ayudado más todavía por el tenebroso marco de una noche dominguera tormentosa, fría y desolada, el mencionado local porteño se disfrazó de película de terror cuando el ex líder de White Zombie y sus músicos (el talentoso y carismático John 5 en la guitarra, Piggy D. en el bajo y Ginger Fish en la batería) pisaron el escenario, con King Kong acechándolos desde el telón de fondo. Y así como los films que dirigió muchas veces nos hacen saltar del asiento, sus canciones demostraron nuevamente que nacieron para eso: para hacernos saltar. Pero también para bailar, como lo hizo incansablemente el bueno de Rob durante todo el concierto, poseído por el groove de esa mezcla entre heavy metal, rock setentoso y música electrónica que identifica a su música (algo así como un “Black Sabbath en la rave”, para que se hagan una idea quienes no tuvieron el gusto todavía de escucharlo).

El público, por su parte, respondió en todo momento a los estímulos, cual Frankenstein electrificado por los rayos. Salvo cuando, quizás producto de la excitación, el fanatismo, la tontería y (también, por qué no) la no comprensión de la lengua inglesa, hicieron enojar a su ídolo. “Ustedes eligen: que sigamos tocando o quedarse con ese pedazo de mierda” dijo Zombie, molesto e incómodo, cuando arrojó dos aliens inflables para que hicieran “crowd surfing” durante “Well, Everybody’s Fucking in a U.F.O.” y parte de la audiencia se peleaba por llevárselos como recuerdo. Los espectadores implicados, al parecer, eligieron lo segundo, y el frontman y su banda terminaron abandonando el escenario durante unos minutos. Finalmente, y a pesar de que el resto del público comenzó a clamar por su liberación, los extraterrestres de plástico no aparecieron (irónicamente, esta vez ellos fueron los abducidos) y, rendido (y posiblemente evitar desmanes), el grupo regresó y continuó tocando.

LEA MÁS:

Por suerte, este mal momento lejos estuvo de opacar o bajonear lo que terminó siendo una gran noche repleta de hits y clásicos, siendo los más festejados la híper ganchera y bailable “Living Dead Girl”, “Superbeast”, “The Hideous Exhibitions of a Dedicated Gore Whore”, “Scum of the Earth”, “Lords of Salem” y “Never Gonna Stop”, además, claro está, de los infaltables “More Human Than Human” y “Thunderkiss ‘65” (a la que le mechó el himno “Blitzkrieg Bop” de los Ramones). Rob, por su parte, tuvo una muy buena performance vocal (algo que en vivo siempre se le critica, y con razón) y un despliegue y carisma escénico envidiable. Se notaba que tanto él como el resto de los músicos estaban felices, y así lo confirmaron con la casaca y bandera argentina que vistió el frontman y las siete canciones que tocaron a lo largo de… ¡tres bises!, destacándose “Lords of Salem”, “Dragula” (la más agitada de toda la noche) y “Sick Bubble-Gum”.

Por fin, y tras una hora y media de su mejor show en la Argentina, salimos de Museum y volvimos a ser devorados por la tormenta. Lástima para ella, Rob Zombie le había ganado de mano.

Aparecen en esta nota:

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados