Carlos Tevez volvió a decir presente en una cancha de fútbol. Esta vez desde el banco de suplentes y con un nuevo rol: es el encargado de dirigir técnicamente a Rosario Central. Y en el inicio de la quinta fecha de la Liga Profesional llegó su debut, que contó con un estadio repleto, un gran abrazo con Néstor Gorosito y la intensidad para dar indicaciones desde el arranque.
El Apache llegó al Gigante de Arroyito con la indumentaria deportiva del Canalla. Bajó del micro a puro saludo, entró al vestuario y, como es habitual una hora antes de cada encuentro, entregó su primera planilla, que para despejar dudas, tuvo su firma en el casillero de entrenador principal.
Una vez en el césped, con el escenario a explotar, el rugido furioso que bajaba desde las tribunas y todos los flashes sobre su figura, caminó hacia su nueva oficina. No se sentó en los bancos sin antes levantar la mano en ademán de saludo cordial con los plateistas, que le daban la bienvenida.
Miró para un costado, para otro. Sonriente. Le levantó el pulgar a un Canalla. Hasta que vio a Pipo y se levantó para fundirse en un abrazo con el entrenador de Gimnasia, con quien cruzó palabras de afecto. El próximo saludo fue con Franco Soldano, delantero con el que compartió plantel en Boca Juniors.
Ya iniciado el juego, Carlitos se paró en el corralito apenas pitó el árbitro, Patricio Loustau, y comenzó a dar los primeros mandatos. Si dijo que la intensidad no se negocia, lo cumplió, porque su equipo salió a presionar alto mientras el flamante DT pedía marcar a Alemán. El 10 que pide tapar al 10.
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