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Si bien es factible volver atrás con el acuerdo, existen distintas maneras que vuelven más o menos accesible retrotraer el escenario. El cómo es lo que definee cada una de las estrategias políticas en Viamonte.
El pacto consensuado el 18 de agosto posibilitó que Marcelo Tinelli se convirtiera en candidato al dar por válida su interpretación reglamentaria y que las elecciones pasaran a marzo de 2016, en lugar de octubre, entre los puntos más importantes. Aunque oficialmente el acuerdo se dé por vigente, ambos grupos se acusan de haberlo roto.
El sentido común indica que un acuerdo sin vigencia, retrocede la cuestión al estadío anterior a su firma: si se rompe el contrato de un alquiler, el inquilino no continúa en la casa y el dueño recupera la llave. Sin embargo, junto al anuncio de quiebre, los voceros de Tinelli anunciaron que entonces las elecciones volvían a ser en octubre, pero no bajaban su candidatura.
¿Por qué una cosa sí y la otra, no? Sencillamente por una cuestión burocrática. Reconsiderar la interpretación del reglamento que deje sin efecto la candidatura de Tinelli es factible, pero para que suceda en una reunión de Comité Ejecutivo, la misma cantidad de miembros que oportunamente votaron en favor deben hacerlo en contra para anularla. Ese escenario es imposible: hasta el propio Lammens debería ir contra su vice. Y no hay otra instancia para dar marcha atrás.
Para el cambio de fecha de la votación, la cuestión está más accesible: en la asamblea de octubre se necesitan cuatro quintos para aprobar la postergación a marzo. Es decir que son necesarios 60 votos de los 75 posibles. De este modo, con apenas 16 -equivalente a un quinto, más un sufragio que imposibilita completar los otros cuatro quintos-, es posible desaprobar la cuestión y obligar a votar en los próximos 60 días, con la asunción del vicepresidente primero, Rodolfo D'onofrio, en el ejercicio de la presidencia.
Del mismo modo pueden impedir la creación de la vicepresidencia tercera que, en los hechos, ya ejerce Tinelli. Pero de qué serviría hacerlo, ya que si llegan a esa instancia, ese puesto sería un mero detalle.
¿Por qué una cosa sí y la otra, no? Sencillamente por una cuestión burocrática. Reconsiderar la interpretación del reglamento que deje sin efecto la candidatura de Tinelli es factible, pero para que suceda en una reunión de Comité Ejecutivo, la misma cantidad de miembros que oportunamente votaron en favor deben hacerlo en contra para anularla. Ese escenario es imposible: hasta el propio Lammens debería ir contra su vice. Y no hay otra instancia para dar marcha atrás.
Para el cambio de fecha de la votación, la cuestión está más accesible: en la asamblea de octubre se necesitan cuatro quintos para aprobar la postergación a marzo. Es decir que son necesarios 60 votos de los 75 posibles. De este modo, con apenas 16 -equivalente a un quinto, más un sufragio que imposibilita completar los otros cuatro quintos-, es posible desaprobar la cuestión y obligar a votar en los próximos 60 días, con la asunción del vicepresidente primero, Rodolfo D'onofrio, en el ejercicio de la presidencia.
Del mismo modo pueden impedir la creación de la vicepresidencia tercera que, en los hechos, ya ejerce Tinelli. Pero de qué serviría hacerlo, ya que si llegan a esa instancia, ese puesto sería un mero detalle.
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