El fragmento de “Cambalache”, de Enrique Santos Discépolo “... el que no llora, no mama...” se aplica recurrentemente en todos los órdenes de la vida cotidiana, incluyendo al fútbol, como una suerte de “deporte” paralelo.
Día a día, fecha a fecha, partido a partido, el común de escuchar quejas acerca de la labor de los árbitros acusando perjuicio gana un amplísimo espacio en todo el ambiente. Desde los hinchas mismos hasta todos los niveles, que son atravesados impiadosamente: jugadores, entrenadores, dirigentes y periodistas. Y pseudo-periodistas o “periodistas-hinchas”, que nada aportan a la dignificación de la profesión más que sinrazón y ausencia de análisis.
Nos planteamos desde comienzo del campeonato 2016/17 una inquietud traducida en un trabajo cuyos resultados presentamos en ésta página y la siguiente: ¿Tienen fundamento las quejas que realizan los hinchas de todos y cada uno de los clubes? ¿Cada uno, según su enfoque apasionado, se siente el más perjudicado por los árbitros y dicha presunción se ajusta a la realidad? ¿O cada uno meramente tira agua para su molino y sólo cree en ver fantasmas en su contra, sin reconocer que el fútbol da y quita por partes y que no todas son “pálidas”?
Aquí, analizaremos el resultado de un relevamiento partido a partido que realizamos en este diario en lo que hace a fallos arbitrales con directa incidencia en el marcador de los partidos. No fallos circunstanciales y no menos importantes, como expulsiones u off sides, sino fallos que indudablemente perjudicaron a cada equipo y modificaron resultados. Como para que cada hincha se identifique y a su vez analice, si su apasionamiento concuerda con lo visto.
Boca Juniors, además de campeón, fue el equipo más beneficiado por los arbitrajes en fallos de directo impacto en el resultado. Diríamos que en coincidencia con un corrillo generalizado. Y Central, el más perjudicado. De los clubes denominados grandes, River Plate fue el quinto más favorecido, Racing séptimo y San Lorenzo, octavo, siendo Independiente el menos favorecido (21º sobre 30).
De los equipos que descendieron. Quilmes fue uno de los más perjudicados (26º) y Aldosivi el “más”, situándose 29º. Mejor les fue a Atlético de Rafaela (13º más favorecido) y Sarmiento (17º).
Estudiantes fue el segundo más beneficiado detrás de Boca y Arsenal quedó sexto, desafiando aquéllo de que “ya no está Grondona para apoyarlo”. Huracán, otro quejoso recurrente, fue uno de los diez más beneficiados. Y allí está la tabla para más datos. ¿Y, tu club fue el más perjudicado, o no?
Así como presentamos a cada club dentro del rubro “beneficiados o no por los árbitros”, en esta sección puntualizaremos con nombres y apellidos a aquellos árbitros que resultaron más nocivos para el marcador final de los partidos, en un “ranking” que fue del más perjudicial al menos perjudicial, más allá de la cantidad de cotejos protagonizados por cada uno. El resultado prima facie marca que Darío Herrera incurrió en la mayor cantidad de fallos de directa incidencia en el resultado final del partido y que atendiendo a su constante exposición fecha a fecha, sin pausas, Patricio Loustau salió indemne en gran medida, puesto que falló mal apenas dos veces, en dos partidos, Boca-River (un off side mal cobrado a Gonzalo Martínez en posición de gol y una mano-penal de Guzmán, de Patronato, que perjudicó a Quilmes. Más nombres, a la vista.
El imaginario popular no se equivocó demasiado con ellos. Además de Herrera (11 fallos que perjudicaron a diez equipos) quien tiene aceptables condiciones y mucho futuro más por edad que por capacidad dentro de la actividad arbitral, pero a su vez mucho por pulir, Silvio Trucco dejó tela por cortar en segundo lugar (9 fallos perjudicando a ocho clubes), seguidos por Diego Abal, Jorge Baliño y Germán Delfino. Más atrás, Fernando Rapallini, con un cierre de torneo muy controversial, lidera un lote de segundo orden, que integran Federico Beligoy, Mauro Vigliano, Fernando Espinoza y un “mimado” por el comité arbitral de la FIFA, el mundialista 2014 Néstor Pitana, de reciente actuación -correcta- en la Copa de las Confederaciones, en Rusia.
La tabla que publicamos incluye a 24 árbitros que dirigieron el torneo de Primera División, desde el más perjudicial para el resultado, al menos perjudicial. No analizamos actuaciones superlativas, que las hubo. Pocas, pero las hubo. Los árbitros argentinos, internacionales o no y algunos en vías de serlo, transitaron por un océano de dudas acerca del cumplimiento de las modificaciones reglamentarias imperantes desde el 1º de julio de 2016, y se fueron en amagues un año después, sin aplicar bien el nuevo criterio de las “manos” para cobrarse penal y otros detalles del juego activo. Les viene un futuro de recomposición. No exentos de polémicas.
Néstor Pitana, en San Lorenzo-San Martín de San Juan (2-2), penal mal dado al Ciclón por simulación de Merlini, más una mano-penal de Caruzzo no sancionada.
Darío Herrera, en Independiente-Godoy Cruz (2-0), anuló mal un gol de Diego Vera por off side inexistente.
Juan Pablo Pompei, en San Lorenzo-Defensa (2-0), anuló mal un gol de Kaprof por off side.
Darío Herrera, en San Lorenzo-Vélez (2-1), no cobró un penal sobre Pavone, como tampoco uno en perjuicio de Blandi.
Mauro Vigliano, en River-San Martín de San Juan (1-1), no sancionó una mano-penal de Maidana.
Darío Herrera, en Estudiantes-Gimnasia (0-0), no cobró una mano de Viatri previa a una falta de Guanini sobre el delantero, que era penal.
Diego Abal, en Atlético Tucumán-Boca (2-2), dos goles mal anulados por off sides al equipo local.
Mauro Vigliano, en Huracán-Racing (1-1), convalidó el tanto local con “planchazo” de Pussetto.
Darío Herrera, en Banfield-Boca (0-2), anuló mal un gol de Cvitanich por off side.
Fernando Espinoza, en Gimnasia-Quilmes (3-1), cobró penal para el local y la falta fue afuera del área.
Nicolás Lamolina, en Independiente -Vélez (1-1), no otorgó penal de Figal a Pavone, patadón mediante.
Federico Beligoy, en Atlético Rafaela-Quilmes (1-1), anuló un gol legítimo de Andrada y dio mal el penal para el local.
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