En todo 2013, Carlos Bianchi no encontró darle forma a una defensa firme y confiable. El Xeneize recibió 53 goles sumando los dos semestres, apenas dos menos que Colón, el más goleado de todos.

Lejos está de reproducirse aquella frase de Alcides Silveira quien decía que "el defensor de Boca tiene que imponer respeto, meter miedo". No es casual que teniendo la posibilidad de realizar solamente dos refuerzos para esta la segunda parte de la temporada, Boca los utilice en dos defensores como Juan Forlín y Hernán Grana.

Es que los 53 goles recibidos en los 38 partidos (21 más que Lanús por ejemplo, el menos vencido), no solamente lo posicionan como el penúltimo equipo de una tabla imaginaria integrada por los 17 equipos que jugaron los dos torneos, solamente superado por el anárquico Colón, que sufrió 55, sino que hablan a las claras de las dificultades que el Xeneize sufrió en ese sector de la cancha y que le impidieron contar con más puntos en las posiciones generales.

Y eso que en ofensiva la cuestión no anduvo mucho mejor, ya que Boca convirtió a razón de solamente un gol por partido. La dependencia de lo que pudiera hacer Riquelme, fue muy evidente, pero la falta de continuidad del jugador más influyente, terminó pesando.

Pero hoy por hoy la prioridad pasa por mejorar la última línea, aunque parece no tenerse en cuenta que la falta de capacidad de corte en la mitad de la cancha, hace su contribución para que se de este estado de cosas.

Una de las cuestiones que llaman poderosamente la atención en el hincha, es que esta vez parece no advertirse el "buen ojo" de Carlos Bianchi a la hora de elegir jugadores. Un ejemplo claro es el de Claudio Pérez, quien parece no poder elevar su nivel y poder ser el defensor que en algún momento todos conocimos.

Tomando el primer partido del año, aquel trabajoso 3 a 2 a Quilmes y el último, el insulso 1 a 1 ante Gimnasia, solamente se repite uno de los nombres. Frente al Cervecero, el fondo formó con: Cellay, Caruzzo, Burdisso y Clemente Rodríguez, mientras que Marín, Daniel Díaz, Burdisso e Insúa, fueron los elegidos ante los de La Plata. Raro en el caso del ex Arsenal, que terminó jugando pocos partidos en el Inicial.

Otra muestra del desconcierto fue que, para el torneo Final, se dio una gran depuración ya que se alejaron Franco Sosa, Emiliano Albín, Clemente Rodríguez, Lisandro Magallán y Christian Cellay.

Para que la situación pudiera mejorar en ese mismo segundo semestre del año se produjo la llegada de Daniel Díaz. El "Cata" jugó en 16 de los 19 partidos, marcó tres goles, pero no logró estabilizar una línea de fondo que no paró de darle dolores de cabeza a Bianchi.

La prueba está que terminó haciendo "experimentos" con futbolistas que habitualmente se desempeñan en otro puestos tales los casos de Cristian Erbes, Jesús Méndez y Ribair Rodríguez. Claro que hubo buenas apariciones, como las de Nahuel Zárate. Así está Boca hoy, con un problema de fondo que busca solucionar con dos refuerzos.

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