En un par de semanas a Boca le cambió la vida. De aquella frustración de perder la clasificación a la Libertadores y de un empate gris ante Rosario Central, pasó a esta realidad de un equipo avasallante, con personalidad, pero fundamentalmente con buen juego y contundencia. Y esta vez, ante Racing, fue la ratificación que faltaba. Jugando otra vez un primer tiempo en gran nivel, con la figura descollante de Gago, liquidó el partido con holgura, más allá de esa tibia reacción de la visita que en algún momento comprometió el resultado. El local fue mucho más en todo momento y de haber estado más fino en la definición, las cifras pudieron estar cerca de quedar en la historia. Al final fue 4 a 2 y nada para discutir. Desde el genio de su capitán, pasando por el talento de Tevez y los goles de Walter Bou, el equipo del Mellizo dio otro impacto en uno de esos clásicos donde se muestra el carácter, quedó a dos de la punta y ahora va por el Superclásico, nada más ni nada menos.
Del otro lado estuvo un extraño Racing, que ante la lesión del Huevo Acuña decidió poner tres volantes centrales, y lejos de poder cortar el circuito de juego de Boca como tenía pensado, padeció ante los toques de los volantes rivales, no pudo cortar la subida de los laterales y padeció siempre cerca de su área. La bandera de la ilusión sólo la sostuvo ese tremendo delantero que es Licha López y algunas sutilezas del paraguayo Romero. No mucho más.
Boca fue tejiendo la victoria con esa paciencia lujosa que le otorga Gago, con el buen pie de Pablo Pérez, con el crecimiento de Bentancur y, desde allí, con el talento de Tevez y la contundencia de Walter Bou. Y pese a que el cordobés Pavón estuvo otra vez torcido le alcanzó para abrochar la goleada.
Todo arrancó desde un toque magistral de Gago para Fabra, que definió por arriba y encontró a Insua como "ayudante" para el primero. Luego apareció Walter Bou, para tocar justo tras un centro de Peruzzi. Y el mismo delantero definió bien en el arranque del complemento, tras una pifia de Tevez. Parecía todo definido, pero apareció dos veces Lisandro López y la diferencia quedó ahí nomás, de manera insólita, sobre todo porque Tevez y Bou habían perdido dos situaciones muy favorables para poner el cuarto. Sin embargo Carlitos tuvo su revancha y no se equivocó, definiendo cruzado y trayendo el alivio para una victoria que no se podía escapar.
Por todo eso, el final fue con una Bombonera a pura euforia, ilusionada por este renovado equipo que arrasa y cantando por el Superclásico que se viene. A pedir de Boca.
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