¿Cuál es el verdadero San Lorenzo, el que le ganó a River y a Arsenal o el que lleva cuatro partidos consecutivos jugando de local sin ganar?
Está
claro que el fútbol argentino tiene como característica sobresaliente la
falta de regularidad en el desempeño de los equipos y que el de Juan
Antonio Pizzi no le escapa a la media. Pero llama la atención que
pasada la mitad del torneo el DT no haya conseguido darle una identidad
de juego que lo identifique del resto, o que ilusione a sus hinchas
salvo de no ser por la aparición de los pibes que últimamente son los
que vienen bancando la situación.
Es por
eso que en esta carencia de fútbol bien jugado, los experimentados se
llevan su buena cuota parte de responsabilidad. San Lorenzo tiene
jugadores para producir algo mejor cuando posee la pelota pero ni
Ignacio Piatti ni Alan Ruiz cuando les tocó jugar hicieron olvidar a
Leandro Romagnoli, que todavía no pudo volver a las canchas en su
plenitud puesto que después de su lesión solamente jugó escasos minutos
ante Racing.
Lo mismo
sucede con la falta de gol, tanto Denis Stracqualursi y Franco Jara que
llegaron a Boedo como contrataciones estelares, nunca estuvieron a la
altura de las expectativas que se habían creado en torno a sus regresos
de Europa, adonde seguramente volverán después de mitad de año. En
contraposición aparecieron en escena un puñado de juveniles que venían
pidiendo pista como ser Leandro Navarro, Héctor Villalba y Angel
Correa para aportar frescura y goles en momentos en los que se supone
debieran ser los más grandes los protagonistas.
Entre
tantas intermitencias, San Lorenzo sigue pensando más en el promedio que
en la tabla del campeonato y en la de la clasificación a la Copa
Sudamericana, ya que cada vez que empezó a carretear nunca pudo
despegar.