
Ayer, después de una madrugada en la que circuló que Javier Cantero había renunciado a la presidencia, afloraron los peores fantasmas. Pablo Álvarez, quien está sindicado como líder de una agrupación de hinchas usualmente denominada como barra brava, se presentó en la sede social dispuesto a asociar a 500 personas, munido con 200 mil pesos -según un despacho de la agencia NA-, pero sin lograr su cometido, porque el edificio no abrió las puertas por motivos de seguridad.
Pese a no lograr su objetivo y convencido de la renuncia de Cantero, Bebote -tal cual el alias de Álvarez-, se proclamó candidato a ocupar el cargo a partir de una agrupación que piensa fundar y a la que, según adelantó, llamaría "Los Diablos". "Hablamos con el vicepresidente (Rubén Vázquez) y nos dijo que el club estaba cerrado por todo lo que pasó, que no había actividades", explicó Álvarez con el rostro oculto detrás de un casco -supo utilizar caretas de Frankenstein o de diablo-, para que su rostro no quede referenciado al de la barra y no se "haga un uso indebido de su imagen", como explicó su abogada en otra oportunidad.
Más tarde, un grupo de no más de 200 personas se reunió en la sede de Mitre, donde el cuerpo de infantería escudaba el frente de un edificio cerrado. Cada vez que se encendía una cámara de TV, se multiplicaban las proclamas y algunas señoras se empecinaban en remarcar que no se trataba de una manifestación relacionada con la barra brava. Sin embargo, entre flashes, pidieron por la renuncia de Cantero, soltaron un repertorio de casi 10 cantitos en los que sindicaban al presidente del club como responsable del descenso, de la campaña y de robar, entre otras desmesuras.
Por caso, una señora gritaba entre pausa y pausa que no eran barras, que eran "la gente" y que el sábado -ante Talleres, como local-, se iba a "pudrir todo". Otro señor, con una cartulina escrita de puño y letra, reclamaba cuestiones administrativas y todos, se envalentonaban pidiendo "que se vayan todos", incluidos los jugadores. Ellos, "la gente", le recortan el camino al tal Bebote, que solo se va a sacar la careta si del paraavalancha se pasa al sillón del presidente.