Un equipo, una leyenda... Este San Lorenzo de Bauza escribió su nombre a fuego en los libros de historia cuerva. Con la epopeya libertadora en la Copa que más se anhela en tierra santa y las alegrías previas al certamen más importante del continente, el Patón y sus muchachos serán recordados de por vida por los 4 millones de hinchas azulgrana. Porque este grupo de jugadores –antes de Bauza- le devolvió la esperanza al club cuando parecía que se venía la peor catástrofe de todas.
Porque este grupo de jugadores consiguió una estrella más para la institución, con el trabajado título del torneo Inicial. Porque este grupo de jugadores catapultó al Cuervo en el plano internacional luego de mucho tiempo de ausencia.
Porque este grupo les regaló a todos los sanlorencistas la posibilidad de volver a ilusionarse con jugar una Libertadores. Y por sobre todas las cosas, el mundo del CASLA amará por siempre a este grupo futbolistas porque entendió a la perfección lo que significa, la tremenda importancia que tiene el juego de la Copa para todos los Santos del universo.
Pero no solo. En cada cancha, ante cada adversidad que se presentó en el camino (con las rojas, las amarillas, las lesiones, los contratos vencidos, y los permisos especiales) este grupo dejó hasta el alma para seguir adelante hacia la gloria. Y gracias a esta capacidad sensorial, este Ciclón de Bauza, Angelito Correa, Pipi, Piatti, Mercier, Ortigoza, Torrico, Villalba, Matos, Buffarini, Gentiletti, Más, Cetto, Blandi, Prósperi, Kannemann y el resto de los baluartes que apoyaron desde el lugar que le tocó, llevó a San Lorenzo por primera vez en la vida hasta la mismísima final de la Copa Libertadores de América. Lo que cientos de técnicos y miles de players buscaron. Pero que ninguno hasta el miércoles había logrado.
Y ahora que ya son una leyenda, el Patón Bauza y todos sus jugadores defenderán a muerte en los 180 minutos frente a Nacional de Paraguay la oportunidad inmejorable, única e irrepetible de transformar en realidad el sueño de ser los Libertadores.
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