Hay momentos que abren puertas en la historia de los clubes y aquel 27 de noviembre de 2014 River tuvo el suyo. Esa vez fueron las manos de Barovero las que tomaron el picaporte para que se inicie una era de títulos y clásicos ganados que dieron origen a un ciclo inolvidable. Cumple años el penal atajado que se gritó más que un gol.

Ponzio entra en calor en el predio de Ezeiza y quizá recuerde que hace 5 años empezó a cambiar todo. De aquella jornada es el único que aún está en el club y el que puede poner en palabras el significó todo lo que se consiguió tras el penal atajado de Barovero a Gigliotti, ahora que aun duele la final perdida ante Flamengo y en la parte final de un año con cosas fuertes por jugar. Tal vez la memoria sea alguna de las herramientas para levantar el ánimo del plantel y a ese suceso del 27 de noviembre del 2014 le sobra fuerza de convencimiento.

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El Monumental explotaba de gente y la ida de la semifinal de la Copa Sudamericana en la Bombonera había acabado 0-0. River necesitaba ganar para pasar a la final, nadie quería los penales que aun traía malos recuerdos de la semi de la Liberadores del 2004. Entonces cuando el partido no se había puesto no los pañales Rojas se llevó puesto a Meli y sancionaron penal. El silencio fue atronador.

Barovero estaba en el arco y contó: "Cuando cobraron el penal creo que miré dónde estaba la puerta para irme. Me alejé de la jugada, traté de clarificar la mente, estar lúcido, empecé a tomar aire como nos había enseñado Sandra Rossi. A la mañana habíamos analizado los penales de Gigliotti con Nahuel Hidalgo y Tato Montes. Gigliotti tenía muchísimos penales pateados en Colón, San Lorenzo y Boca, y los vi".

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Trapito estaba a punto de entrar en la historia y lo hizo. Se arrojó a su izquierda pero con la precaución de la mano derecha atenta por si la pelota iba arriba de su cuerpo. Esa palma contuvo el disparo y abrió las puertas de la historia. Luego levantaría el dedo indice sin estridencias mientras el grito de millones fue un festejo más explosivo que el que causaría luego el golazo de Pisculichi para darle la victoria.

Nadie imaginaría lo que vendría luego en los 5 años siguientes, por esa mano con esos 5 dedos estirados y casi en una coincidencias numéricas digna de los cabuleros, River eliminaría a Boca 5 veces en este lapso. El señor 5 fue Barovero que ahora anda por México sin mirar tanto para atrás pero sabiendo que nos atajó solamente un penal ese día, también generó una ola expansiva de gloria que aun sigue aleteando y que promete no calmarse con la final de la Copa Argentina que se jugará el 13 de diciembre y con la ilusión de pelear la Superliga el en el 2020.

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