El técnico del Bayern Munich se rompe la cabeza mientras busca la fórmula para desconectar a su mejor creación. De la admiración que demostró ante el Manchester City a tenerlo en frente
Pep Guardiola, si quiere volver a jugar la final de la Champions League, tiene que anular a Lionel Messi. Más allá de las dificultades que tiene detenerlo futbolísticamente, hay un factor que acompleja la situación: el técnico admira a la Pulga, no duda en catalogarlo como el mejor del mundo y disfruta de su juego como un fanático más, a pesar de haberlo dirigido durante cinco años.

De todos modos, Guardiola deberá cortar un circuito de juego que fluye alrededor del rosarino, cuya posición en la cancha cambió respecto al lugar donde se ubicaba con el catalán. Ahora, se mueve por el sector derecho del ataque blaugrana. Más que las bajas de Arjen Robben y Robert Lewandowski, Pep lamenta que no podrá contar con David Alaba y Holger Badstuber, lateral izquierdo y segundo central, que juegan por el sector de Messi. Ahora tendrá que recurrir a otro sistema.

Lo marcará el joven español Juan Bernat: él será el principal encargado de ocupar la punta del capitán de la selección. Pero no alcanzará solamente con él. Philipp Lahm y Jerome Boateng intentarán ahogarle los espacios, no dejarlo pensar y estarle encima permanentemente. Guardiola jura que no tiene la fórmula mágica. Pero sus claves pasan por ahí.

Mientras, en la previa del partido, Barcelona anunció que Messi brindará una conferencia de prensa mañana. No es usual. Y las preguntas, seguramente, se enfocarán en un mismo tema: la relación con su exentrenador.

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