Cuando empezaron las Eliminatorias, Ecuador desfilaba. Parecía el equipo más sólido: ganó los primeros cuatro partidos, incluido el encuentro en el Monumental. Luego se cayó. Y eso provocó una crisis en el seleccionado, que provocó la renuncia de Gustavo Quinteros en las últimas dos jornadas. Ahora, sin referentes ni un entrenador confirmado en su cargo, deben recibir a Argentina con un objetivo ajeno: dejarlo afuera del Mundial de Rusia.
Jorge Célico asumió el cargo como internino hace dos semanas. Todo ardía. Célico es porteño y fanático de Huracán. Dice que los amigos le piden que "se deje de joder". Él busca su gran oportunidad: mostrar sus cualidades para comandar a Ecuador. Dirigió a Universidad Católica durante siete años, y su proyecto a largo plazo lo catapultó a la sub-20 ecuatoriana. Ahora es el bombero. Y el hombre capaz de arruinarlo todo.
El improvisado técnico no tuvo tiempo de armar un seleccionado firme, como aquel que comenzó fuerte. De los 27 convocados, hay siete que no debutaron. Que no tienen ni un minuto disputado en el seleccionado. Hay otros 16 que no alcanzan la decena de partidos oficiales. Y cuatro cuentan con un poco más de experiencia: el arquero Máximo Banguera, el volante Renato Ibarra, el delantero Enner Valencia y el lateral Cristian Ramírez.
En el último tiempo, una pelea profunda atacó las entrañas del seleccionado ecuatoriano. Felipe Caicedo, referente del equipo, renunció hace tres semanas. Antonio Valencia, capitán del Manchester United, también había chocado con Quinteros, y contra Argentina no estará por acumulación de amarillas. Será una ausencia que puede beneficiara Jorge Sampaoli.
El bravo contexto que afecta a Ecuador es una de las lianas de las cuales Argentina puede cruzar a la luz. De esos detalles debe aferrarse si pretende conseguir acercarse a Rusia.
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