El argumento de hacer más goles que el rival no siempre resulta y, en esa idea suicida, la punta pende de un hilo. El técnico no negocia su idea y apuesta al regreso de Centurión, junto a Tobio, para sostenerla.

Cuando todo parecía encaminado en el Mundo Boca, apuntando a un torneo que todavía lo tiene como único líder, aparecieron todas las dudas, los temores y las incógnitas por lo que vendrá.

La inesperada, o no tanto, derrota ante Talleres de Córdoba ofició como un disparador para destapar un montón de cosas negativas que estaban escondidas por el valor de las victorias.

La escasa autocrítica del técnico Guillermo Barros Schelotto lo llevó a caer en su propia trampa, llevándolo a un traspié que pudo evitar no sólo desde lo táctico sino hasta en el mercado de pases previo a la continuidad del torneo.

Para arrancar hay que decir que Boca es un equipo totalmente desequilibrado, con una clara vocación ofensiva desde el planteo, pero que queda desprotegido por dibujo e intérpretes.

La fórmula del Mellizo es tan básica como antigua, encajando perfectamente en el viejo axioma de “que no hay mejor defensa que un buen ataque”.

Pero el tema es que no cuenta ni siquiera con un solo defensor confiable y el ataque tampoco es algo que pueda garantizarle más goles que el rival en todos los partidos.

Esta vez, ante Talleres, fue un claro ejemplo. La defensa jugó tan mal o peor que de costumbre; pero para colmo no tuvo a Fernando Gago en una buena tarde, y a los delanteros, en los que confía ciegamente, con la pólvora mojada. Con lo que queda claro que no se puede tener un sistema que penda de un hilo, donde los de arriba salven a los de abajo, o que, como en el caso del partido con Banfield, lo acompañe la buena fortuna en las situaciones de gol que dispone el rival.

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Un “talibán” en su pensamiento, parece poco probable que el Mellizo esté dispuesto a renunciar a su estilo y todo indica que “morirá con las botas puestas”. Modificar sería admitir sus errores conceptuales y conociendo a Guillermo eso parece poco probable.

La cuestión, entonces, será cambiar de nombres, pero hoy no existen muchas variantes, sobre todo en defensa, el punto más débil.

De allí que hayamos marcado el error grave de no haber incorporado un central de jerarquía, cuando podía hacerlo tranquilamente al contar con un cupo extra por la lesión del arquero Guillermo Sara.

En estas condiciones entonces, con poco recambio, la vuelta de Fernando Tobio resulta casi vital, por más que tampoco entregue las garantías necesarias. Pero dentro de la mediocridad de opciones resulta, sin dudas, el de mejor rendimiento. Y en esa misma apuesta, de hacer más goles que el rival, el casi seguro regreso de Ricardo Centurión será una alternativa importantísima. Esperar algo más sería un milagro, por más que los hinchas se ilusionen con un equipo confiable.i

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