La propuesta táctica de Jorge Sampaoli para que Argentina encare el segundo amistoso de la gira por Oceanía y Asia ante Singapur causó revuelo: sólo dos defensores "netos" en una formación titular ambiciosamente ofensiva, Emmanuel Mammana y Federico Fazio. A partir de ellos, mirando hacia el arco rival, un solo mediocampista "de corte" como Lucas Biglia y muchos volantes de ataque y mediapuntas, algunos con obligaciones de desdoble lateral defensivo, como Marcos Acuña y posiblemente Eduardo Salvio. Toda una "revolución" en la previa, que levantó voces a favor y en contra, pero con un común denominador: el tomar este detalle táctico como algo novedoso. Algo que no es tal.
Por infrecuente, lo que Sampaoli implementará a modo de ensayo -sus razones y más, en relación a la calidad y valía del rival, quedan en su más íntima convicción- no es precisamente, "novedoso". Como buen admirador de Marcelo Bielsa, a quien tiene como espejo en quién reflejarse, el nuevo director técnico de la Selección Argentina, reflota un conjunto de argumentos estratégico-tácticos que hacen al funcionamiento de su equipo, con un origen en el Loco.
Fue Bielsa quien implementó alguna vez como "plan táctico" de inicio de partido un esquema con sólo dos defensores definidos. Ocurrió 16 años atrás, en ocasión de las eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo de Corea-Japón 2002, el 28 de marzo de 2001, cuando en el Estadio Monumental y en el marco de la segunda rueda, con un seleccionado argentino dominador y líder de la tabla de posiciones, goleó por 5-0 a Venezuela. Impiadosamente, sin dejar dudas, o pocas, en ese camino limpio que trazó Bielsa y que no tuvo correlato luego en pleno Mundial.
Aquella noche en River y frente a un conjunto Vinotinto que no ocultó desde la previa su intención de abroquelarse defensivamente para aguantar un resultado no tan abultado -algo que no consiguió- y que hasta resignó colocar al menos a un delantero de punta, Argentina se plantó con un líbero -Mauricio Pochettino- y un stopper -Walter Samuel- jugando encima del jugador más adelantado del equipo rival, Urdaneta, en germen, un tradicional volante de ataque que quedó recurrentemente como hombre de referencia para intentar salir de contra, pero parado en su propio terreno, en el círculo central. Hasta allí lo tomó Samuel, quedando libre Pochettino atrás para cerrar ante cualquier pelotazo largo. El resto del equipo se desplegó con Vivas y Sorín como laterales volantes, Simeone como mediocampista "tapón", Verón como habitual lanzador y Gallardo como enganche y tres puntas, Ortega por derecha, Crespo por el centro y Cristian "Kily" González por izquierda. El resultado fue el previsto: un completo control del balón con presión en campo rival y muchísima llegada, hasta el redondeo de una goleada.
La última innovación táctica que registra el fútbol mundial es el denominado históricamente "Rombo de Bilardo" con el que el seleccionado argentino jugó los partidos decisivos del Mundial de México 1986 hasta ser campeón por segunda y última vez, desde cuartos de final ante los ingleses y siguiendo por Bélgica en semifinales y Alemania en la final.
El esquema con un líbero (Brown), dos stoppers (Cucciuffo y Ruggeri), un volante tapón (Batista), dos laterales volantes (Giusti y Olarticoechea), dos volantes interiores mixtos (Héctor Enrique y Burruchaga), un mediapunta (Maradona) y un punta (Valdano) fue una auténtica revolución. De allí al presente, el fútbol internacional sólo repite o reedita esquemas "noventosos" o inclusive anteriores, más relacionados con los ´60 y los ´70, con punteros abiertos y un delantero central. Detalles que no hacen a un completo esquema novedoso. Cuando Bielsa, aquella noche de marzo de 2001, decidió emplear un sistema de juego con dos defensores, fue una excepción: no repetiría tal idea. Al menos, él y otros colegas, como esquema de movida y no por imperio de las circunstancias que pueden darse en cada partido.
Sampaoli reedita al Bielsa modelo excepcional de aquella noche de eliminatorias 2001. Cómo ordenará a Mammana y a Fazio contra ocasionales rivales, lo veremos. Pero como todo sistema de juego, es frío y estático en el papel o en el pizarrón, cobrando funcionalidad táctica al rodar del balón. Entonces, es previsible que Lucas Biglia retroceda y "se pegue" a los dos defensores y según la jugada, Marcos Acuña retroceda por izquierda y se arme una zaga de tres o de cuatro defensores. Quedará para el análisis qué resultados tendrá y qué grado de aprovechamiento a futuro tenga ésto que para muchos se trata de un "invento" del nuevo DT y que no es más que una "remake" de su maestro...
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