La tarde se hacía noche en el Monumental, un puñado de hinchas empezaban a acomodarse en las plateas y en el campo de juego a casi 3 horas del inicio del partido de River ante Temperley, Nacho Fernández se dedicaba a apurar su recuperación para poder estar en el Superclásico el domingo que viene en La Bombonera.
El volante, clave en el equipo de Marcelo Gallardo y que había jugado todos los partidos hasta el desgarro que sufrió hace una semana en Guayaquil frente a Emelec, realizó un entrenamiento intenso, como para dejar la puerta abierta y estar ante Boca.
Si bien los tiempos no son amables ya que el domingo que viene no se cumplirían los habituales 21 días, desde el cuerpo médico le confiaron a DIARIO POPULAR que fue notable la evolución de Nacho.
Cuando el jugador metió esos piques largos de casi 90 metros por la banda de cal pegada a los bancos de suplentes, la sorpresa de todos fue notoria.
Ese mismo asombro se dio cuando entre “repiqueteos”, con manejo de pelota detrás del arco que da a la cabecera local, el jugador no mostró ni señales del desgarro grado 1 que tuvo en el bíceps femoral de la pierna derecha.
El entrenamiento de Nacho, junto a Arzura, fue supervisado por el Pablo Dolce. Fue casi una hora de rutina que le robó la mirada a los hinchas que fueron llegando y no paraban de repetir, “así cómo está corriendo tiene que jugar contra Boca”.
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