La presidencia de Daniel Passarella llega a su fin envuelta en la peor de las tristeza de la historia de River: el descenso a la B Nacional el 26 de junio del 2011. Las esquirlas de ese disparo letal para el fracaso de esta gestión dan cuenta de los títulos que no llegaron, de 3 entrenadores despedido con conflictos, de un aislado segundo puesto con la vuelta de Ramón Díaz, de un crecimiento importante del pasivo y de las deudas y por sobre todo de una larga lista de promesas incumplidas que acabaron con cualquier ilusión de reelección.
Aquellas ínfulas justicieras "de meter preso a Aguilar" terminaron en una auditoría que terminó en nada y con una empresa internacional. KPMG, que prefirió irse sin siquiera una denuncia sustentable. Tampoco se cumplieron los sueños del eterno retorno de las figuras que iban a refundar el club. Passarella no pudo convencer a nadie y necesitó de Almeyda para repatriar a Cavenaghi a quien luego despidió junto al Chori. Tampoco le resultó un éxito lo de Trezeguet que vino, ascendió y al llegar Ramón Díaz lo terminaron cediendo a Newell's en medio de una desprolijidad innecesaria.
El respeto por los contratos tampoco fue algo para que el presidente se golpee el pecho. Despidió a Astrada por teléfono, a Cappa luego de sumarle 9 refuerzos, a Almeyda luego de 17 partidos en primero tras el ascenso y le dio la dirección técnica a Jota Jota López a quien había llevado al club parta el manejo de todas las inferiores. Precisamente su soldado se fue a la B luego no traerle refuerzos y de pelearse con Grondona en la misma AFA. Esto explica porque en el plano deportivo los fracasos hicieron fila para decir presente. No hubo ni un título en los 11 torneos que tuvo su presidencia (8 locales, 1 Copa Sudamericana y 2 Copa Argentina).
Pero en un momento, el Kaiser, sacó chapa del campeonato económico, ese si lo estaba ganando por goleada dijo y como había conseguido un balance con ganancias de casi 80 millones de pesos por la venta de Lamela y Pereyra entre otros, puso al frente de su campaña las cuestiones financieras.
Le duró poco y nada. En los dos años finales necesito una figura contable "activación de activo" para que los números no se le vayan al descenso. Así el balance final, que le deja al próximo gobierno es peor que el que le dejó Aguilar en el 2009, con un pasivo cercano a los 400 millones de pesos, con deudas exigibles de casi 100 millones en los primeros meses del 2014 y con una pérdida en el último balance de unos 60 millones de pesos, el más alto en la historia moderna del club.
Se termina la era Passarella signada por el fracaso más rotundo.
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