La temporada anterior dejó un balance negro para Racing. Desde todo punto de vista. Es que salió último en lo deportivo y en los institucional, porque hubo una feroz interna que derivó en la salida de los máximos referentes del oficialismo, como Gastón Cogorno y Rodolfo Molina, y la pobre campaña llevó a que pasaran cinco técnico en esos doce meses, desde Luis Zubeldía a Mostaza Merlo, con pasajes de Carlos Ischia y los interinatos de Fabio Radaelli y Nacho González. Entonces, con ese panorama dramático, la renovación en el plantel se transformó en una obligación, porque de la mano de Diego Cocca, se fueron trece jugadores y llegaron otros tantos, como inyección anímica para una institución que busca ubicarse nuevamente en los primeros planos del fútbol argentino.
Más allá del antecendente negativo que arrastra la Academia, porque la etapa anterior la terminó en el fondo mar, la llegada de Diego Milito, Acevedo, Ezequiel Videla, Acuña y compañía, les renueva las ambiciones y hasta las presiones. En un club como Racing, el hincha no está dispuesto a esperar "una transición", quiere resultados, en el corto plazo, por lo que Cocca y sus dirigidos tendrán que pensar en probarse el traje de protagonistas.
Desde lo económico, tuvo un mercado de pases positivo. Vendió a tres de sus joyas de la cantera; Vietto, De Paul y Bruno Zuculini, que le dejaron más de 100 millones de pesos "limpios". Y en las incorporaciones, apenas invirtió, hasta ahora, menor de la tercera parte: 31 millones de pesos, porque muchos de los refuerzos se sumaron a préstamo. "Estamos convencidos de que los jugadores que llegaron son lo mejor para el club'", dijo Víctor Blanco, aunque Cocca fue más allá y reconoció que "si los resultados no se dan como queremos, sé que el responsable voy a ser yo", y a los hinchas nadie les frena la ilusión de ver a Racing arriba.