Sale Juan Román Riquelme por el túnel de La Bombonera, las tribunas estallan ante la figura del último 10. Levanta los brazos, y el cariño y el amor de la gente de Boca lo abrazan, lo envuelven y lo elevan hasta lo más alto del olimpo de los dioses xeneizes. Pero claro, Román sabe que son los últimos mimos, al menos pisando el verde césped del estadio que lo vio ganar cuanto torneo se le puso enfrente.
Es que todo apunta a que a partir del 30 de junio, cuando se le venza el contrato, Juan Román Riquelme ya no volverá a ponerse la 10 del club del cual es hincha, y del que dice ser su casa.
Por eso, el superclásico de mañana ante River podría ser muy especial para Román, para su historia, para los libros que escribirán las hazañas de ese flaco desgarbado que apareció allá por 1996 de la mano de Carlos Bilardo, y que se convirtió en el último "fantasista" del fútbol argentino.
Los números no lo ayudan demasiado a Román como para forzar una renovación de contrato. Las constantes lesiones, su "renuncia" en el último semestre de la era Falcioni, y las continuas disputas dentro del vestuario que siempre lo tienen como el centro del debate, inclina la balanza de la dirigencia a prescindir del 10, más allá del costo político que pueda a llegar a pagar Angelici.
Ni siquiera Carlos Bianchi lo bancó demasiado ayer durante la conferencia de prensa. Dijo que Riquelme "es dueño de su propio destino", y afirmó que hablar del partido de mañana "es más importante".
Pero claro, más allá de lo que suceda a partir de junio, la historia de Román en Boca no cambiará. Y tampoco sus duelos con River, a quien definitivamente tiene de "hijo".
De hecho, hasta ahora disputó 18 superclásicos, con un saldo netamente favorable: 8 triunfos, 7 empates y sólo 3 derrotas, todas en el Monumental.
Su primer choque frente al eterno rival fue 23 de marzo de 1997, en aquel recordado partido en el Monumental, donde Boca ganaba 3 a 0 y el millonario se lo terminó igualando en el segundo tiempo.
Por si fuera poco, en su segundo partido contra River reemplazó en el entretiempo a Diego Armando Maradona, en lo que sería su último partido como futbolistas profesional. Fue el 25 de octubre de 1997, también en Núñez.
Los goles de Román a River llegaron en aquella recordada llave de cuartos de final de Copa Libertadores, en el 2000. En la ida, marcó el tanto xeneize en la derrota 2 a 1, pero en la vuelta, marcó el camino de la clasificación con el pase al Chelo Delgado para el primer gol, y el penal convertido en gol para el segundo. En el medio, el histórico caño al colombiano Mario Yepes.
Por eso, mañana Riquelme escribirá un nuevo capítulo de su historia frente a River. Tal vez, el último. Y los hinchas xeneizes sueñan con que el último de los malabaristas tenga preparado otro gran acto. Aunque sea como despedida.
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