Ambos debutaron oficialmente en el triunfo ante Banfield en el Monumental y mostraron calidad y desfachatez. Las últimas importaciones del otro lado del río de La Plata parecen estar a la altura.

La influencia uruguaya en River es indiscutible. Enzo Francescoli, uno de los ídolos más grandes de la historia del club, es el actual manager. Marcelo Gallardo también está atravesado por el país vecino. Allí se retiró, y allí empezó su exitosa carrera como entrenador con un título en Nacional. Ahora, de algún modo, continúan impregnándole aires charrúas a River. Nicolás De la Cruz y Marcelo Saracchi son los portadores de un linaje histórico.

Gallardo tiene predilección por los futbolistas uruguayos. De los 31 jugadores que incorporó como entrenador de River, cinco nacieron en ese país: Iván Alonso, Camilo Mayada, Tabaré Viudez y De la Cruz y Saracchi, los más recientes. Además, rescató a Carlos Sánchez y Rodrigo Mora cuando habían sido descartados y olvidados por Ramón Díaz, y los reconvirtió en ídolos y figuras.

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Saracchi y De la Cruz son de las apuestas más bravas que hizo Gallardo como técnico de River. El club desembolsó U$S 6.000.000 para sumar a dos futbolistas que no superan los 20 años. Sin embargo, ya desde ayer, cuando los puso como titulares en el partido contra Banfield que terminó con victoria en el Monumental, los chicos empezaron a demostrar de qué están hechos.

De la Cruz se paró de enganche, y en todo momento estuvo participativo. Por un momento, por su porte físico y desfachatez, parecía Sánchez, su medio hermano: hábil, rápido y claro con la pelota, se movió con una liviandad digna de un jugador con un centenar de partidos en River. Intervino con un pase clarificador en el gol de Gonzalo Martínez, y tuvo una chance de gol que no pudo capitalizar. Es, evidentemente, un proyecto para seguir de cerca.

Saracchi llegó como una incógnita. Aunque también brilló en el seleccionado sub 20 charrúa que alcanzó las semifinales del Mundial de la categoría en Corea, su nombre no hacía ruido en el fútbol argentino. Jugó cerca de 60 partidos en Danubio, una cifra nada despreciable para un juvenil. Ayer sorprendió y se llevó los primeros aplausos: mostró velocidad, rudeza en la marca y disposición para pasar al ataque en la mayoría de los avances millonarios. Su debut fue interesante.

Las permanentes apuestas de Gallardo por uruguayos dieron diversos resultados: Viudez fue simplemente un rato de lucidez, Alonso tiró su jerarquía en la cancha durante los minutos que jugó en la final de la Copa Argentina contra Rosario Central, y Mayada conformó a los hinchas con su ductilidad para ponerse el overol en los momentos más ásperos. De la Cruz y Saracchi, por su parte, parecen estar hechos de lo mismo: una materia prima capaz de dejar una estela difícil de olvidar en Núñez.

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