Se trata de Elsa Chela Lahore, de 80 años, y Elba Albornoz, de 72, ambas vecinas, de la localidad de San Justo. Destacan la importancia de tener proyectos y ayudar a los demás.

Las ganas de ayudar a los demás, brindar amor, contención, compartir risas y buenos momentos, no tienen límites de edad. Dos adultas mayores cursaron el primer nivel de capacitación de Payasos y Payasas Terapéuticas en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM).

Se trata de Elsa "Chela" Lahore, de 80 años, y Elba Albornoz, de 72, ambas vecinas de localidad de San Justo. Lahore manifiesta que "tenía una cuenta pendiente", dado que siempre le gustó "hacer algo por los demás" y afirma que "uno dice 'voy a dar' y es al contrario, uno recibe".

Por su parte, Albornoz sostiene que "no" le importa la edad, "la vida no se termina (con la jubilación) y hay que aprovecharla". "Cuando me jubilé nunca me quedé sentada mirando la televisión o esperando que alguien me venga a buscar para hacer algo, salí a buscar otros caminos", señala.

El curso de Payasos Terapéuticos "es abierto al público" y el grupo es interdisciplinario e intergeneracional, explica la periodista Gabriela Morán, quien junto al psicólogo y músico Sebastián Miraglia dictan la actividad en la UNLaM.

"Agentes de salud"

"La importancia de los payasos terapéuticos es el acompañamiento a las personas que están atravesando inconvenientes de salud o algún tipo de vulnerabilidad y los ayudamos, fortalecemos su aspecto resiliente, les damos herramientas para que puedan salir adelante por ellos mismos a través del juego, de la buena vibra, de las cosas lindas de la vida, potenciando su lado fuerte, su lado positivo", destaca Morán.

En este marco indica que "los payasos terapéuticos hacen intervenciones en instituciones de salud y sociales, como centros de diálisis, centros de día, comedores, centros de jubilados, residencias geriátricas", entre otros establecimientos. El curso se divide en dos niveles de cuatro meses cada uno. Hace pocos días terminó el primer nivel, el que "está orientado al ámbito hospitalario"; mientras que en el segundo cuatrimestre se ve "lo sociocomunitario". En tanto remarca: "No vamos para producir un divertimento al otro.

No somos animadores sino que intervenimos como agentes de salud. Nuestra premisa es que las personas puedan fortalecer su resiliencia". Para ello, destaca, "se trata de reunir la mayor cantidad de herramientas posibles, aunando diferentes aristas", y se parte de la frase que "nadie puede dar aquello que no tiene, por lo que primero se trabajan cosas internas para después ayudar" a las demás personas.

"Una cuenta pendiente"

"Chela" Lahore comenta que quiere ser payasa terapéutica para "hacer algo por los demás", es "una cuenta pendiente". Destaca que de joven cuidó "a una ahijada en el hospital de niños" y que tras esa experiencia dijo "voy a hacer algo por los otros" niños. Sin embargo, "después tuve mis hijos, el trabajo, y no pude, pero me quedó ese tema", agrega. "El año pasado falleció mi marido. Un día vino Gaby (Morán) al centro de jubilados de la zona (Villa Constructora), estuvo un rato en un taller de risoterapia y me encantó. Me invitó al curso de payasos terapéuticos y yo le conteste 'mirá que voy a cumplir 80'. 'Anotate igual. No hay límite de edad', insistió. Y me entusiasmé, era la mía", destaca. "Mientras mis hijos eran chicos trabajaba en casa cosiendo medias (para una fábrica textil), también tejía pullovers. Cuando empezaron la secundaria, nos pusimos un negocio. Con mi marido siempre estuvimos trabajando. También participábamos en el colegio en la unión de padres y tiempo después en un centro de jubilados. Acá, en casa, todos de alguna forma u otra estuvimos ayudando al otro, poniendo un granito de arena", afirma con orgullo.

"Chela" tiene dos hijos, una hija, seis nietos y tres bisnietos. "Todos me apoyaron" para realizar en el curso, destaca contenta y sostiene que el grupo intergeneracional de payasos terapéuticos "es maravilloso". Salir adelante Por su parte, Elba Albornoz manifiesta que está "muy feliz, es tan lindo (el grupo) y los profesores nos incentivan a hacer cosas que nunca pensé que podía hacer".

"Cuando me jubilé, busqué otros caminos. Nunca estuve sentada mirando televisión o esperando que alguien me venga a buscar para hacer algo", señala. Albornoz cuenta que en ese momento se anotó en clases de flamenco y le "encantó", pero luego la profesora no dio más clases para adultos.

En tanto, comenta: "El año pasado tuve la desgracia de perder a mi mamá y me sentí muy mal y necesitaba hacer algo" para salir adelante. Apenas se enteró del curso de payasos terapéuticos fue "al día siguiente" a anotarse. "Comencé a interesarme por los temas que se tratan, todo lo que aprendíamos en clase, me gustó. Cada cosa que uno lee, va preparando la mente para proyectarse en un futuro, te vas imaginando lo que se puede hacer en una intervención", afirma. Voluntariado Por otra parte, recuerda que cuando tenía 23 años fue al hospital de niños de San Justo y habló con la supervisora porque quería trabajar como voluntaria.

"Ayudaba a las enfermeras a darle la leche a los chicos, los cambiaba, los acunaba cuando lloraban, los bañaba", destaca. "Era algo mío, una necesidad" de ayudar, remarca. También cuenta que "a los 18, cuando me recibí de perito mercantil fui con un grupo de maestras a trabajar a una colonia de vacaciones".

"En una escuela se organizaban viajes de quince días a Mar de Plata para chicos de escasos recursos económicos. Mi mamá y papá estaban orgullosos de mi decisión. Yo iba con el grupo, a los quince días volvía y me iba con otro contingente. Fue una etapa muy importante de mi vida", remarca. Asimismo indica: "Cuando empecé a trabajar, me puse de novia, después tuve mis hijos, ya no podía seguir haciendo lo que quería".

Sin embargo destaca que "cuando me jubilé empecé a buscar otros caminos". Albornoz tiene dos hijos y cinco nietos, quienes "están felices" con su proyecto. También remarca que su "marido está continuamente" acompañándola. "Están contentos porque me ven a mí bien y no es fácil empezar algo a los 72 años. Pero me gusta mucho. Siempre tiré para adelante y, en los momentos más difíciles, me levanté y salí adelante".

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