Las intoxicaciones en adolescentes son moneda corriente en la Provincia y la alarma se enciende ante la llegada del Año Nuevo, una fecha asociada a los excesos. Especialistas apuntan al peligro de las "previas".

Cada hospital del Conurbano bonaerense recibe en sus guardias a unos 20 adolescentes por fin de semana debido a intoxicaciones ocasionadas por el consumo de alcohol, según un informe de la Asociación Antidrogas de la República Argentina (AARA). La tendencia preocupa más aún de cara a la llegada del Año Nuevo, celebración que viene acompañada de un aumento en los excesos. Claudio Izaguirre, presidente de la AARA, explicó en diálogo con POPULAR que este fenómeno obedece a la naturalización de la ingesta de bebidas alcohólicas por parte de los chicos, principalmente en las “previas”. A eso le sumó la falta de control por parte de las autoridades y la ausencia de padres que pongan límites.

El flagelo del alcohol no es exclusivo del Gran Buenos Aires, pero un relevamiento del SEDRONAR demostró que ese territorio aporta la mitad de los pacientes asistidos durante el tercer trimestre del año. La Zona Sur aportó un 22,1% del total, mientras que la Zona Oeste un 16,2% y la Zona Norte un 12,3%.

De todos modos, la situación se hace extensiva a lo largo del país. Según la Organización Mundial de la Salud, la Argentina es el segundo país que consume más litros de alcohol etílico por persona (ver aparte), aunque ese ranking sólo toma en cuenta a individuos mayores de 15 años, no visibilizando la problemática en chicos que consumen frecuentemente desde los 12 y en algunos casos hasta los 9.

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Y es que en Buenos Aires el 70% de los adolescentes mayores a 12 años consume alcohol con distinta frecuencia, según datos de la Defensoría del Pueblo bonaerense. Es decir que 7 de cada 10 jóvenes lo hace de manera habitual, sumado a que el 40% lo hace todos los fines de semana y mezclando diferentes bebidas.

“No es exagerado afirmar que por hospital hay al menos 20 adolescentes en crisis etílicas que llegan cada fin de semana, luego de pasar por las ‘previas’ en la casa de alguno de ellos”, sentenció Izaguirre sobre las reuniones en la que los chicos empiezan a tomar, generalmente antes de ir a un boliche. “Estas ‘previas’, que se dan en casa particulares, son autorizadas por los adultos bajo la excusa de que prefieren ‘que consuman alcohol en una casa a que estén en las calles’, como si esta actitud protegiera de alguna manera la salud de los adolescentes”, insistió el especialista, indagando sobre el rol de los padres.

En tal sentido, precisó que “la sociedad argentina entiende el consumo de alcohol como el toque imprescindible para la diversión, convirtiendo a sus adolescentes en adictos” y apuntó: “Una vez con la enfermedad en progreso, se desgarran para buscar algún tipo de ayuda en la psicología, sin saber que la actual ley de Salud Mental impedirá que la pretensión de los adultos llegue a buen destino”.

“Argentina ha tenido un comportamiento errático respecto de la venta de bebidas alcohólicas a menores, siendo que los municipios tienen la obligación de coartar la comercialización de esta droga legal a menores poniendo inspectores en las calles y clausurando los negocios que expendan a menores de edad”, denunció Izaguirre. Y lamentó: “El trabajo es sencillo, simple y obligatorio. Sin embargo, los municipios que pueden aplicar la norma jurídica de orden nacional prefieren no gastar su tiempo en cuidar la salud de los niños, lo que desencadena consecuencias severas cada fin de semana”.

En relación a estos posibles efectos, el especialista cargó contra el Fernet y alertó: “Por cada vaso que un adolescente toma, está ingiriendo medio vaso de alcohol etílico. Esto lo deja sin ningún tipo de defensa para poder poner freno a otras drogas que se presenten en su alrededor”.

“Debemos observar y hacer observar que el alcohol es la puerta de entrada a otras drogas legales e ilegales, poniendo a los jóvenes en un estado de indefensión apabullante”, abundó. Por último, Izaguirre consideró que “los adultos, divididos en comerciantes aprovechadores de adolescentes y padres desapegados, son lo necesario para formar niños adictos que estarán enajenados el resto de su vida por problemas psíquicos, mentales y espirituales causados por el consumo irrestricto de sustancias como el alcohol”.

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