Cielo gris, lluvias y baja temperatura le dieron un marco invernal al lunes. En el peor día de lo que va del año, la gente no tuvo ni un rato para ir a la playa. Con la bronca a cuestas, hubo que buscar otros planes.
Se pudrió todo. Enero, que había tenido un comportamiento bastante generoso con los turistas en materia climática, mostró ayer su peor cara del verano. El día amaneció con el cielo cubierto de oscuros nubarrones que no dejaron un sólo sector que permitiera ilusionarse con una mejora mediata.

Igual, como durante buena parte de la mañana no presentó lluvias, la gente recorrió las calles con una cierta ansiedad, alentados por lo inestable del tiempo en lo que va del año: 'Va a mejorar', le dijo Gastón a su tía María Laura, que se animó a no bajar las sillitas playeras del auto, confiando en que se podía armar el día.

Pero un rato más tarde, cuando el panorama dio su veredicto final sobre su decisión de no cambiar, las sacó del portaequipaje y las metió, enojada, en el baúl.

Y es que sobre el mediodía, las amenazas de los oscuros nubarrones que tenían cercado el paisaje marplatense, se cumplieron: la lluvia dijo presente, con insistencia primero y características de diluvio un poco después.

Las páginas de internet especializadas daban cuenta de una marcada mejoría para las horas de la tarde; muchas coincidían en que, a partir de las 16, la cosa se iba a poner más linda, incluso, con el sol brillando de nuevo en el cielo. Pero eso no ocurrió nunca; es más, algunos minutos después de las 16, volvió a llover y de manera copiosa.

Pero no sólo la lluvia fue ingrediente que agrió la jornada; la temperatura fue muy baja con la que la jornada, además de gris, fue destemplada. La máxima no llegó a los 20 grados y, a las 17, cuando en los verdaderos días de verano la playa explota, el termómetro se clavó en los 16,8 con lo que el fastidio de apoderó de todos.

Muchos habían llegado ayer, en el marco del inicio de la semana y la renovación de la quincena que sigue nutriendo de turistas a la ciudad. Pero todos se quedaron con las ganas de disfrutar del verano. Apenas algunos grupos de jóvenes se animaron a llegar hasta la vecindad del mar para aprovechar la soledad que reinaba en la arena y armar entusiastas partidos de fútbol. los demás, debieron recurrir a planes alternativos, como paseos por el Puerto y el centro.

'Yo me quedo durmiendo', dijo Sergio, otro recién llegado desde Ramos Mejía, quien no pudo estrenar sus bermudas celestes; Nahuel y Juan Martín, lo acompañaron en la extensa siesta. La única buena noticia que tuvieron los veraneantes pasaba por la respuesta de los encargados, taxistas y residentes, quienes aseguraban que el martes iba a ser mucho mejor.

Todos coincidieron que las nubes se alejarían en el medio de la noche y que el sol volverá a brillar. No se espera mucho calor pero, sin nubes y con poco viento, los 22 grados que se esperan para las horas del mediodía y el primer tramo de la tarde, alientan el regreso a las playas.

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