SERGIO TOMARO
  SERGIO TOMARO


U na especialista en el estudio del hantavirus aseguró respecto al doble caso fatal ocurrido la semana pasada en Berazategui que si bien aun resta confirmar la existencia de transmisión interhumana en el caso, no sería la primera vez que sucede y destacó en ese sentido que la mayoría de los casos oficialmente registrados de la afección se asociaron con galpones y lugares cerrados con alto contenido viral producto de la presencia del roedor que transmite la enfermedad.
La titular del Laboratorio de Referencia para Diagnóstico e Investigación de Hantavirus para Argentina y Latinoamérica, Paula Padula, explicó a DIARIO POPULAR que del episodio de Berazategui aun resta “hacer un estudio genético para comprobar la identidad del virus” pero planteó que de comprobarse que hubo un contagio humano, es decir de la persona enferma traspasó el mal a su cónyuge, sería la segunda vez que en la provincia de Buenos Aires se registra un hecho de esa naturaleza.
Sin ir más lejos, Padula sostuvo que en 2002 hubo un caso de contagio de hantavirus entre personas y apuntó que fue el de un veterinario que le transmitió la enfermedad a su hijo a pesar que el joven nunca estuvo en el haras donde su padre contrajo la afección. Sin embargo y de acuerdo a la casuística que maneja respecto al mal que tiene presencia desde Tartagal hasta Santa Cruz, indicó que los casos de transmisión interhumana denunciados están en el orden del 1 por ciento, en incluso por debajo de ese guarismo. De todos modos, aseveró que para cualquier afección, “no es conveniente que haya personas cerca de una persona enferma, que puede estar infectada. Muchos problemas -enfatizó- se evitarían con una mejor cultura higiénica”. La jefa del laboratorio que funciona en la órbita del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI), ANLIS “Doctor Carlos G. Malbrán”, remarcó que otra de las particularidades del hantavirus es que la mayoría de los casos confirmados tuvieron relación con la presencia de los afectados en sitios cerrados, por lo general depósitos de trastos y herramientas, hasta casas de veraneo que sólo se utilizan en temporada, donde respiraron polvo en suspensión con un alto contenido viral generado por el roedor reservorio de la infección.

Alta carga viral
“Los galpones, por ejemplo, son un problema” detalló Padula. “Ocurre que cuando hay una carga viral alta lo mejor es no entrar o tomar la previsión de hacerlo con el rostro tapado para evitar respirar el polvo que hay en el lugar”, dijo, al tiempo que recomendó para hacer frente a esos casos “abrir el lugar, arrojar una balde de agua con lavandina y dejar ventilar por unas cuantas horas”.
También apuntó que en el ratón que transmite la enfermedad “se aprovecha aun en sitios abiertos en los que el pasto no está bien cortado, hay troncos abandonados o leña acumulada para ganar terreno y avanzar”, concepto sobre el cual aclaró que no necesariamente significa que el roedor “esté avanzando de su medio rural al urbano, sino al revés, somos nosotros los que avanzamos sobre su hábitat”.
“En realidad es la gente que se acerca a los ratones colilargos, los oligorysomys, según su denominación científica, que por su tamaño minúsculo son temerosos del hombre que, sin embargo, los obligan a estar cerca nuestro por ejemplo a causa de los grandes desmontes de tierra para utilizar predios” sostuvo, a la vez que precisó: “no es que ahora hay más, sino que estamos viendo más a estos roedores, cosa que totalmente diferente”.

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