Para algunos pasaron de moda porque dicen que son un enmascaramiento de lo que se siente y es una forma de hipocresía; sin embargo sonreír, saludar, agradecer, saber disimular, brindar el lugar a otro, servirlo, hablar con corrección, escucharlo y observar ciertas normas de conducta e higiene para otros mejora la calidad de vida y no cuesta nada.

Son muchos los hábitos de buena educación y buenos modales que nos enseñan en nuestras casas, no importa el nivel social y económico. Tener buenos modales es considerar y respetar al prójimo, por ejemplo:

La puntualidad. Ser puntal es una norma de respeto básica y nada difícil de cumplir, simplemente es calcular el tiempo que nos va a llevar arreglarnos y llegar a la cita. Hay que decir que hoy quedan exceptuados de esta norma los políticos y las estrellas del espectáculo. Unos porque su actividad es de horarios muy elásticos e inesperada y las estrellas de la farándula lo tienen como ”tarjeta de presentación“, a más tarde, más importante...

No permanecer (los hombres) bajo techo con la cabeza cubierta con gorras o sombreros, aún los que los usan por obligación y trabajo deben descubrirse y son los primeros en hacerlo.

Modales en la mesa. Esto encierra un verdadero universo de pequeñas actitudes, por ejemplo: Comer con la boca cerrada, esto es mas fácil si lo hacemos de a pequeños bocados, lo que además facilita la digestión. Llevar la comida a la boca y no la boca hacia la cuchara o tenedor, inclinando el cuerpo. Evitar las discusiones en la mesa de cualquier tipo. Lo menos aconsejable es discutir de política o religión, particularmente si hay comensales a los que vemos por primera vez.

Al sentarse ante la mesa, si va acompañado de una señora, nada es más agradable que le acomode la silla retirándola para que se siente y acercándola cuando ella se va sentando. Inmediatamente tome la servilleta que estará junto o sobre su plato, despliéguela y colóquela sobre su falda.

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En el caso extremo de la necesidad de utilizar palillos mondadientes, excusarse, ir al baño y limpiar la incomodidad bucal en ese lugar. Demás está decir que jamás debe tratar de quitarse algo molesto en la dentadura introduciéndose los dedos en la boca. Igualmente si le pica un oído no se introduzca un dedo para calmar la comezón, simplemente haga un suave masaje sobre el trago de la oreja, que es esa pequeña montañita que está a la entrada del orificio del oído.

Si es comensal invitado, cuando le sirvan el vino -si es que bebe vino-, no pretenda parecer un conocedor oliendo lo que le sirvieron, agitándolo y saboreándolo con un buche; este procedimiento es sólo para cuando lo sirven en un restaurante, hacerlo en una mesa familiar es un acto de desubicación y hasta de desprecio a la hospitalidad que se le brinda.

En una mesa donde hay muchos comensales no es de buen gusto hablar a los gritos porque eso quiere decir que fueron mal ubicados porque si el de un extremo quiere hablar con el que está en la otra punta deberán hacerlo en voz alta, lo que provocará que el griterío -y con él la irritación y la mala digestión- vaya en aumento.

Cuando se comienza a comer los cubiertos no deben volver a apoyarse nunca en la mesa y deben quedar siempre apoyados en el plato y, al finalizar colocarlos de manera paralela, nunca como una equis (X), en la posición horaria de las ”5 menos 5“ o ”16.55“.

No es de buen gusto rechazar la comida que se le ofrece -que es un tributo que el anfitrión le brinda a su invitado-, salvo que sea alérgico, por ejemplo a alguno de sus ingredientes. También es de buen anfitrión tratar de averiguar si alguno de sus invitados no puede comer algo determinado.

El colmo de la falta de diplomacia y atención que se recuerda en Argentina ocurrió cuando Indira Gandhi, como Presidenta de la India visitó nuestro país en 1968 y fue agasajada con un... ¡asado! Para colmo, asado con cuero, gigantesco. Algunos testigos dicen que la doctora Gandhi estuvo a punto de desmayarse antes de retirarse espantada y ofendida. Alguien debió averiguar que en la India las vacas son sagradas.

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