El investigador revela -con fundamentos- los motivos por los cuales, los extraterrestres no entablan comunicación directa con los seres humanos.

Tanto en mis conferencias como en las presentaciones de libros es muy frecuente que me hagan la pregunta “pero, Dr. Las Heras, si es verdad que seres extraterrestres inteligentes vienen a visitarnos, ¿por qué no se comunican con nosotros?” Y suelen agregar: “¡Nos podrían enseñar tantas cosas!”

A eso, mi respuesta es: Precisamente, por tratarse de seres inteligentes y de un desarrollo científico y tecnológico mucho más desarrollado que el nuestro, es que no habrán de realizar contacto, llamémosle “oficial” alguna. Su actividad está limitada a la investigación y la observación.

Observación no participante

Lo interesante de esto es que se trata de lo mismo que hacemos nosotros en ciencias humanísticas –por ejemplo, en Antropología– trabajando con el método que se conoce como “observación no participante.” Eso es lo que se espera de un científico real. Una expedición antropológica viaja a un sitio donde hay una comunidad determinada a la que se quiere estudiar.

Los científicos visitan el lugar, hacen sus investigaciones, pero se cuidan muy bien de no contaminar al grupo estudiado con conocimientos que aún les son ajenos. ¡Observación no participante! Es lo que hacemos nosotros… ¡y es lo que también llevan a cabo los alienígenas!

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Obviamente que en nosotros, los humanos, va a prevalecer la idea de que estos visitantes del espacio vengan, hagan su presentación oficial y comiencen a pasarnos conocimientos y técnicas. La idea es atractiva. Pero no es conveniente. Corresponde a cada cultura evolucionar de acuerdo a sus posibilidades y tiempos necesarios.

Abducciones

Por todo esto es muy comprensible que los encuentros entre alienígenas y sorprendidos testigos humanos sean esporádicos. Me refiero a los casos llamados de “abducción”; que es el nombre que damos a las ocasiones en que el humano es trasladado al interior del vehículo extraterrestre dirigido (VED), donde suele ser objeto de estudios biológicos para –más tarde– devolvérselo a la superficie terrestre.

Estos testimonios de abducciones –que, con distintas interpretaciones, se conocen desde tiempos remotos– confirman que la intención de los visitantes extraterrestres es la de investigar en una forma muy similar a la metodología general de la experimentación científica que utilizamos los humanos.

Como señalé hace 40 años, en el epílogo de mi libro “Encuentros extraterrestres del tercer tipo”, estoy convencido que ese tan anhelado por tanta gente encuentro “oficial” entre humanos y alienígenas sólo tendrá lugar en cierto apartado sitio del Cosmos, cuando nuestra civilización esté tan avanzada como para dominar los viajes no ya interplanetarios sino, también, interestelares.

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Entonces, cuando nos encontremos recorriendo otro planeta que gira en torno a otra estrella que no es el Sol, y eso coincida con seres de otros mundos igualmente indagando en ese planeta, al encontrarse dos civilizaciones surgidas en distintos cuerpos celestes pero con igual nivel de evolución, podrá tener lugar el “encuentro oficial.”

Llegado a este punto, también es frecuente que mis interlocutores digan: “Pero se nota que hace miles de años los extraterrestres si estuvieron en comunicación directa con la Humanidad de aquellos días.”

Es verdad. El sólo hecho de que todas las culturas de la antigüedad refieran leyendas y mitos donde, siempre, los dioses vienen del cielo, interactúan con los humanos y trasmiten ciertos conocimientos, lleva al convencimiento de que esos relatos están basados en hechos reales y que quienes fueron tomados por divinidades no son otros que seres inteligentes llegados del espacio exterior.

Humanos creados por alienígenas

Pero, ¿por qué harían esto? Entonces habrían quebrado el criterio científico de la observación no participante a la que nos referimos antes. Hay una respuesta posible. Los alienígenas estaban transmitiendo informaciones a los humanos de entonces… ¡porque nosotros somos creación de ellos! Si.

Lo que digo es que, en cierto momento, coincidiendo con lo que la Antropología llama la aparición del “hombre moderno”, alienígenas efectuaron modificaciones genéticas artificiales que dieron lugar a esta extraordinaria evolución que estamos llevando desde los últimos 15.000 años, para usar cifras redondas.

La Ciencia tiene diversas hipótesis -es decir, posibilidades no comprobadas– en la búsqueda por explicar qué fue lo que ocurrió en ese momento donde, después de estar un millón de años diversas ramas de homo -erectus, sapiens, habilis, de Cromagnon, de Pekín, Neandertal y tantos otros que no salían de la cueva, la caverna, de tallar una piedra y cuidar el fuego-, repentinamente los humanos empezamos a crear, construir, edificar y tantas cosas más. Así. De repente.

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Hipótesis, como digo, hay muchas: que cambió el clima haciéndose más benévolo, que el humano se hizo sedentario, que comenzó a cultivar y criar animales lo que lo llevó a una alimentación diferente y varias posibilidades más. Pero, lo concreto, es que al día de hoy no se puede explicar qué fue lo que produjo en nosotros características que nos separan por completo de todas las demás especies que conocemos en la Tierra, tales como el libre albedrío, el pensamiento racional reflexivo y la capacidad creativa en todo sentido: artística, científica, tecnológica. Todo lo cual surge de forma repentina y no a través de una evolución que debería haber exigido miles de años.

El homo erectus ya existía en la tierra hace 1.800.000 de años. Y durante todo ese tiempo no hubo evoluciones notorias. Pero el “hombre moderno” aparece sólo hace unos quince milenios y desarrolla en tan poco tiempo todo lo que hoy estamos viviendo. ¿No parece demasiado raro esto? Es muy evidente que “algo” ocurrió, que generó este proceso de desarrollo repentino. Y ese “algo”, a mi juicio, fue una intervención de manipulación genética provocada por seres inteligentes llegados de otros mundos.

Lo que remite a otro interrogante, ¿entonces la Tierra es un campo de experimentación alienígena y nosotros somos su producto?

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo e historiador. “Qué hay detrás de los OVNIS?”, es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com

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