
El paso del trabajo a la jubilación suele ser una etapa de incertidumbre, replanteos pero también para visualizar proyectos, retomar sueños postergados, pensar en estudiar alguna carrera o anotarse en cursos y talleres en universidades de tercera edad, centros de jubilados, establecimientos educativos, entre otras propuestas.
Especialistas recomiendan a las y los trabajadores próximos a jubilarse a anticiparse y prepararse para los años que vendrán a fin que el cambio de rutina no sea un golpe que termine en una jubilopatía.
En el marco de conmemorarse hoy el Día del Jubilado, el titular de la cátedra de Psicología de la Tercera Edad y Vejez de la Facultad de Psicología de la UBA, Ricardo Iacub, destaca que la jubilación genera "cambios importantes que tienen que ver con las obligaciones que la vida social impone y, en alguna medida, esta etapa presenta la posibilidad de una revancha, en poder pensar que en algún momento uno puede dedicarse a uno mismo, pensar qué es lo que quiere, lo que le gusta, y no tanto lo que nos imponen los otros. Eso es lo más rico que tiene la jubilación".
Sin embargo, manifiesta que ese traspaso "genera incertidumbre porque uno se encuentra solo con su alma. Con el trabajo, uno se podrá enojar por la rutina y un montón de cosas pero hay una cierta firmeza que las cosas son así, hay que cumplirlas y no las piensa tanto. Pero cuando lo que hay que hacer no está pautado, la duda nos come, empezamos a pensar si está bien lo que estamos haciendo".
En este marco, el profesional afirma: "A veces, si la persona no es disciplinada, la jubilación se vuelve un territorio muy incierto".
Uno de los golpes más fuertesEn declaraciones a este diario, el Doctor en Psicología, autor de varios libros (el último: "Todo lo que usted siempre quiso saber sobre su jubilación y nunca se animó a preguntar") y coordinador de cursos prejubilatorios en organismos y empresas, remarca que la jubilación "es una etapa que uno puede empezar a pensarla" años antes porque "comienza a acercarse en el horizonte", así como también "comienza a acercarse el momento en que los hijos se van de la casa".
Al respecto destaca que "los programas prejubilatorios -que se extendieron por el mundo- son mecanismos que pueden prevenir ciertos efectos de la jubilación", dado que en las jornadas "se advierte y planifica en un momento en el cual aún la persona está trabajando, sigue con su rutina y en contacto con su grupo".
En este sentido, el profesional explica que uno de los golpes más fuertes de la jubilación es la pérdida de contacto cotidiano con las redes, sus compañeros de trabajo, con quienes pasa muchas horas por día durante años.
"A la mayoría, lo que más le cuesta es dejar el grupo de amigos. Se rompe el trato cotidiano. Si bien uno puede seguir en contacto, encontrarse, pero ya hay que planificar, programar una reunión, no es el día a día", indica.
Asimismo afirma que una vez jubilado "cuesta volver al lugar de trabajo, es una experiencia difícil. Cuando uno entra, todo el mundo viene, saluda, charla, pero al rato siguen con su trabajo y uno ya no tiene su tarea, por lo cual siente extrañeza de no ser parte, por más que lo reciban con cariño".
Ante este panorama, el profesional indica que en los cursos prejubilatorios "se busca que haya lugares de encuentros en el mismo ámbito laboral" y señala que "hay empresas que no le costaría nada programar un día en el mes en el cual se encuentren los jubilados, tomen algo, o realicen alguna tarea de voluntariado".
De igual forma, Iacub señala que "está verificado que darle un premio a la gente baja los niveles de presión porque el reconocimiento, la valoración de la tarea que hizo, es central".
"Hay lugares, fundamentalmente en Capital, que cuando un trabajador se jubila no lo saluda nadie. En el interior aún se hacen fiestas de despedidas. Pero todavía faltan las despedidas formales por parte de las empresas, donde se otorgue una medalla, un detalle, que le haga sentir que su paso no fue invisible".i
"Hay gente que se da cuenta que tras la jubilación está la libertad de hacer lo que se le dé las ganas y cada vez hay más propuestas porque la sociedad está ofreciendo más cosas" a las personas adultas mayores, afirma el Doctor en Psicología Ricardo Iacub.
En este sentido agrega que "la gente que hoy está anotándose en los cursos y talleres que se dictan en las universidades de tercera edad o en centros de jubilados ya vio a otra gente que lo hizo".
Asimismo destaca que muchas veces "los padres (de 70, 80 años o más) van con sus hijos (de 50 años)" a los viajes, almuerzos, bailes, cursos que se ofrecen en los centros de jubilados, instituciones educativas, entidades barriales.
"Son ofertas que la gente sabe que están disponibles, son accesibles y dicen 'cuando me jubile y tenga más tiempo me anoto'", afirma el profesional.
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