El sueño de la española Beatriz Goyoaga era conocer el mundo, y lo logró a través del periodismo. Pero al llegar a Buenos Aires el destino la llevó a ocupar otro lugar como propulsora de la meditación y el conocimiento interior.

Desde su adolescencia, el mayor sueño de Beatriz Goyoaga era viajar por el mundo, y no solo para conocer hermosos paisajes, sino también por conectarse con gente valiosa, más allá del idioma. Tanto que de chica repetía a quienes le preguntaban que “deseaba ir de país en país como una guía de turismo”.

Nacida en San Lorenzo del Escorial, una pequeña localidad a unos 20 kilómetros de Madrid, de ancestros vascos y declarada hincha del Real y de Boca, Beatriz creció en una familia numerosa junto a otros ocho hermanos, y una vez que terminó sus estudios secundarios, pudo cumplir el sueño de conocer otros horizontes.

Interesada por investigar vidas y costumbres en otras latitudes, tardó poco para que Beatriz se inclinara por el periodismo, una profesión que le allanó el camino para sus objetivos. De a poco se fue capacitando, y estudió siete idiomas.

Quizás nunca imaginó que en algún momento determinado, terminaría anclando su destino en Buenos Aires, junto a quien era su marido en ese entonces, de nacionalidad alemana.

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Mucho menos pensó que un acontecimiento especial modificaría su filosofía de vida, cambiando el vértigo de la aventura de los viajes con la necesidad de reencontrarse con su yo interior y volcar esas vivencias en una vocación de ayuda a los demás, a través de actividades como la meditación, los cursos de conocimiento interior y otras disciplinas armonizadoras del espíritu.

Impulsora en la Argentina de la entidad “El Arte de Vivir”, -creada a comienzos de los ‘80 en la India por Sri Ravi Shankar-, que ya tenía sedes en distintas ciudades del mundo, y que hoy brinda servicios a miles de personas tanto desde su sede en Capital como a través de su red de instructores en todo el país, Beatriz señala que “hace 20 años sentí que había algo más en la vida que no había encontrado, y era el voluntariado, el deseo de hacer algo por los demás, a través de tener claro que el éxito te trae cosas buenas pero también otros problemas que te quitan la salud y el equilibrio”.

BEATRIZ

Desde hace más de dos décadas radicada en Argentina, donde llegó gracias a su actividad periodística, Beatriz fue corresponsal del Daily Mail de Londres, pero también trabajó para varios matutinos nacionales, haciendo notas de política y economía.

A través de El Arte de Vivir, Beatriz sintió que su tarea era tratar de ayudar a los demás a afrontar la vida con menos desesperanza. Comenta que “conocí otros mundos desde las cárceles de México, hasta las negociaciones de paz con las FARC, y en Argentina me acerqué a muchos sectores humildes a ofrecer los cursos, porque todos necesitamos esa armonía interior para actuar en la vida”.

Beatriz Historia de vida

Aventurera persistente, que escaló dos veces el Everest, y una vez por poco no llegó a la cima del Aconcagua, Beatriz cuenta que “con mi segundo marido, un italiano que conocí aquí en Buenos Aires, una vez fuimos a un curso que dictaba el padre Quiles, en la Universidad del Salvador, que estudiaba prácticas orientales”.

Allí- relata- tuvimos una experiencia de relajación mental y sentí una gran paz, y pensé que estaría bueno indagar un poco más, vencí el prejuicio, me dejé llevar por las técnicas de meditación y de a poco logré dominar mi stress, y armonizar mi vida”.

Beatriz Goyoaga no deja de viajar nunca, y en estos días prepara su participación en la conferencia Mundial de la Mujer en India, pero también tiene previstas visitas a México, Chile y Paraguay, además de girar por varias provincias argentinas.

Maravillosas vivencias por todo el mundo

dAños antes de su nueva etapa en Buenos Aires, Beatriz viajó a Londres, aún sin saber el idioma. Luego, sus destinos fueron Francia, Italia, Alemania y Holanda, y afirma que “mi idea era estar un tiempo en cada país, por eso me jugué con otros desafíos, y así atravesé Siberia, Australia, y hasta Nueva Zelanda, donde conviví con los aborígenes 15 días, conociendo y compartiendo sus costumbres”.

Beatriz también estuvo con criadores de renos en el Polo Norte, y llegó hasta el otro extremo, la Antártida, donde llegó a la base Esperanza, siempre cumpliendo funciones como corresponsal de 14 medios, y recuerda que “tuve experiencias increíbles, como cuando hice el cruce de la frontera entre Pakistán y Afganistán, y compartí carpa con los mujaidines”.

Además, destaca orgullosa que “como corresponsal de un diario inglés, hice entrevistas a grandes personajes, desde Mandela y George Bush padre hasta la princesa Diana, el entonces príncipe Carlos, la reina de Inglaterra, y músicos como Madonna y Gustavo Cerati, pasando por varios presidentes argentinos”.

BEATRIZ

Asegura Beatriz que “cada país te da algo diferente, estuve en monasterios del Tibet con 3 mil monjes, y fue una gran enseñanza, visité los países árabes y atravesé el desierto mientras daba la vuelta al mundo, Yemen me pareció fascinante, allí conviven judíos y árabes, sin problemas, por eso digo que a veces las barreras que se imponen sólo pueden ser derribadas si hay mayor comprensión de que el otro puede ser un hermano”.

Aquellas palabras de Nelson Mandela

Con respecto a las actividades de la fundación, que tiene su sede en Colegiales, Beatriz señala que organizamos cursos, talleres, charlas y técnicas de relajación y meditación, y aclara que “la gente que puede paga por el servicio, como tú pagas por muchas otras cosas. Pero esto no implica que hacemos muchas actividades gratuitas para los más humildes, o para quienes lo necesitan y no tienen recursos”.

“Estos cursos y técnicas- explica- procuran que la gente pueda disfrutar la vida, y que puedan aceptar lo que le toca, lo cual no significa resignarse, pero tampoco volverse loco. No sirve reaccionar contra lo malo que nos toca, hay que accionar para ver qué podemos cambiar de nuestra realidad”.

Beatriz asegura que “discutir no soluciona nada, hay discusiones políticas ¿para qué? Esto te saca de tu centro, y te envenena, puedes defender tus ideas pero sin agredir al otro”, e invoca las palabras que le dijo en una nota Nelson Mandela: “yo no busco que corran ríos de sangre, sino que no haya injusticias, y no pienso trabajar para la revancha”

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