La tarea del reportero gráfico es captar un instante de la realidad y plasmarlo como testimonio de una situación o un hecho determinado, pero además de significar el retrato de una época, una foto también puede convertirse en una obra artística por la magia que le imprima su autor.
Desde que era adolescente, Leo Vaca (46, Rodolfo Leonardo Vaca en sus documentos) se sintió atraído por los secretos de la fotografía. Aunque tenía solo las nociones básicas, de a poco ingresó en el mundo del periodismo gráfico, que no abandonó nunca. Pero siempre trató de darle un vuelo especial a sus imágenes.
Por eso, cuando las “vacas flacas” llegaron, y debió generarse un ingreso con el ingenio propio, surgió en su horizonte un universo casi ilimitado: las flores. Así, en los últimos años, Leo, apasionado por la naturaleza y defensor del medio ambiente, decidió vincular su amor por las flores con su profesión.
Así, a partir de su relación con productores del Mercado de Floricultores y la Cooperativa, que funcionan en la zona sur del conurbano, cerca de la ruta 36, Leo se dedicó a la compra y venta de flores tanto a minoristas como a particulares, pero además implementó nuevas ideas para fotografiarlas, dándoles un marco artístico y de gran atracción en lo visual.
Leo, casado con una docente y con tres hijos, uno de ellos músico, que actualmente presenta una muestra individual de sus obras en una galería de City Bell, cerca de La Plata, vive en El Pato, una zona que limita con el parque Pereira Iraola, camino a la capital provincial, donde nació, y se reconoce un “Pincha” de corazón, aunque con el tiempo su pasión futbolera fue aplacándose.
Su primer trabajo, cuenta, fue en la corresponsalía del diario La Nación en La Plata, gracias a una relación que tenían sus padres. Por aquella época, Leo estudió con Eduardo Gil, un teórico de la fotografía “que me ayudó a entender lo que es el arte fotográfico, y logró que interprete de otro modo la actividad, por eso traté de darle una vuelta de rosca para salir de lo lineal, que a veces en el periodismo es inevitable”.
Con esa experiencia, a los 26 años Leo llegó a Clarín, diario donde estuvo más de 18 años, y pasó por todas las secciones. “Yo nunca tuve problemas - asegura - para adaptarme, y hacía con la misma dedicación una noticia de un pozo en la calle como un retrato a un presidente” y evoca cuando “una vez, en la localidad de Uribelarrea, donde estaba filmando Madonna, me metí de prepo en una casa, y me vino a sacar la policía”.
Hasta que en 2013 Leo sintió que quería cambiar de aire. “Sentí que quería crecer hacia otro lado, y me fui con retiro voluntario, hacia un proyecto que durante un tiempo fue muy interesante: la agencia Infojus, que manejaba el Ministerio de Justicia en la web”.
Remarca que “fueron tres años muy intensos, visualmente fue importante, y ganamos premios, fue una buena experiencia. Pero apenas asumió el nuevo gobierno, a fines de 2015, disolvió la agencia y despidieron a casi todos, pero lo peor fue que eliminaron un archivo muy valioso de material que formaba parte de la historia”.
Leo destaca, como una tarea que lo enorgulleció, una serie de imágenes realizadas para la primera marcha de NiUnaMenos. Cuenta que “fueron 12 fotos, y gracias a esa obra gané el premio García Márquez en 2018, que otorgó la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que me entregaron en Medellín”.
Según destaca, “fueron imágenes de mujeres, pero vistas a través de un vidrio esmerilado, y de acuerdo a la distancia que las saqué les daba un efecto muy especial, casi onírico, pero que reflejaba lo que yo quería decir sobre la mujer y el reclamo de derechos”.
Por estos días, Leo Vaca presenta algunos de sus trabajos con flores en la Fototeca Latinoamericana, en Godoy Cruz al 2600, en Palermo, que seguirá hasta marzo, y todos los sábados hasta el 7 de diciembre se pueden ver sus obras en Galería DePuraMadre, en Diagonal 93 de la ciudad de City Bell, cercana a La Plata.
Sobre esta muestra, bautizada “Vengan las flores”, Leo señala que “es una instalación que intenta estimular todos los sentidos, y mi idea es manifestar una atmósfera natural a través de las fotos, el sonido, la arquitectura del lugar, el espacio y hasta los aromas, es como internarse en un invernáculo”.
El propósito de la muestra es de algún modo, señala Vaca, “hacer una crítica o un llamado de atención en relación con el clima y el efecto invernadero global” y aclara que “mi obra no son solo fotos, sino también hay plantas, sonoridad, y una música muy especial compuesta por mi hijo Felipe, que remite a lo silvestre y a la naturaleza”.
“Nunca eludí ningún trabajo, para mí es tan importante retratar a un funcionario como fotografiar a un jubilado en Valentín Alsina o cubrir un choque, lo importante es sacar lo mejor de uno mismo”.
El título de una vieja canción de Silvio Rodríguez, “El Rey de las flores”, podría aplicarse sin dudas al trabajo de Leo, que en los últimos años fue descubriendo en ellas un mundo nuevo donde podía unir su labor fotográfica con su amor por la naturaleza.
Cuenta que “siempre me gustaron las flores, donde trabajara, me hacía cargo de los arreglos florales o de su cuidado. Como vivo en una casita chica pero con un terreno grande, y estoy muy cerca de la pureza natural, empecé a frecuentar el Mercoflor y la Cooperativa de Floricultores, cerca de Berazategui y Varela, que nuclean al 70 % de la producción del país, y un floricultor, de quien con el tiempo me hice muy amigo, me ayudó a conocer los secretos de las plantas”.
A partir de ahí, Leo comenta que “empecé a visitar viveros e invernaderos, conocer la producción y enseguida comencé a dedicarme a la compra y venta de flores, lo hago con conocidos que tengo en City Bell, y armo mis propios ramos, dándole un toque más natural, con hierbas y yuyos del campo rodeando las flores. Pero además los ramos que sobran los vendo en una parada de semáforo en una esquina de Villa Elisa, no tengo problemas”.
Además de sacarles fotos a todos los ramos que prepara, y armar un completo archivo, Leo ideó un marketing original: “cuando hay muestras en alguna galería caigo en la entrada con un carrito de supermercado y muchas flores, y aunque parezca insólito, la gente compra ramos quizás porque el lugar y la presentación tan original los convoca, ya que en cierto modo es una expresión de arte”.
"La obra de Homero Manzi es el testimonio vivo de una época"