El santuario de San Ramón Nonato, en el barrio porteño de Villa Luro, prepara la fiesta grande de la vida, prevista para el martes 31 de agosto, en honor del santo patrono de las mujeres embarazadas y los que buscan ser padres.
El templo, ubicado en Cervantes 1150, permanecerá abierto durante la jornada para recibir a los peregrinos. Habrá bendiciones a embarazadas, a niños y a quienes anhelan tener un hijo.
Los devotos podrán participar en forma presencial de las misas con un aforo del 50% y cumpliendo las medidas preventivas apropiadas. También podrán seguirse por el canal de YouTube Santuario San Ramón.
Los horarios de las celebraciones son:
A las 11, Preside Mons. Juan Carlos Ares
A las 15, Preside Pbro. Mario Demarchi
A las 19, Preside Mons. Mario Poli
Para mas información: (011) 4567-8336/4648-1160, [email protected], www.santuariosanramon.org.ar , Facebook: Santuario San Ramón e Instagram: sanramon.bsas.
La historia de San Ramón Nonato
Esta historia comienza hace más de 800 años, en febrero de 1200 en un pueblito de Cataluña. Una señora que se hallaba en el noveno mes de embarazo perdió la vida. El pesar de su familia y amigos era doble: dos vidas se habían truncado.
En esa situación un noble del lugar llamado Ramón Folch, sintió un impulso superior que lo llevó a tomar un cuchillo de caza y abrir con él, el vientre de la difunta.
Fue grande la sorpresa cuando vieron que el niño que estaba en su panza, aún vivía. Y este niño es el hombre de nuestra historia, lo bautizaron Ramón y lo llamaron Nonato, que significa “no nacido”, es decir, de forma natural.
Este hecho marcó para siempre la vida de Ramón y este mismo hecho lo convirtió en protector de la maternidad.
La vocación de San Ramón Nonato
En esa época los hijos de las familias adineradas, como lo era Ramón, tenían que ser militares o religiosos y todo hacía suponer que él quería ser sacerdote.
Como a su padre no le gustaba la idea, decidió mandarlo a una granja de su propiedad para que se convirtiera en administrador de sus campos. Pero la soledad del lugar lo acercó más a Dios.
Fue allí, muy cerca de la granja, en la ermita de San Nicolás donde un día se le apareció la Virgen para adoptarlo como hijo y fue allí donde tomó la decisión de entregarse definitivamente a Dios.