En respuesta a los recientes bombardeos de EE.UU., Irán evalúa cerrar una de las principales rutas energéticas del mundo. Washington advirtió que sería "un suicidio económico" para Teherán.

La tensión en Medio Oriente volvió a escalar peligrosamente en las últimas horas. Luego de los ataques aéreos lanzados por Estados Unidos contra instalaciones nucleares en territorio iraní, el Parlamento de Irán declaró que considera necesario cerrar el Estrecho de Ormuz como medida de represalia, una amenaza que de concretarse podría tener graves consecuencias para la economía mundial y el equilibrio geopolítico regional.

La declaración fue realizada por el legislador Esmail Kosari, miembro de la Comisión de Seguridad Nacional del Parlamento iraní, y difundida por la agencia rusa Tass. Sin embargo, la decisión final dependerá del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, el órgano que concentra el poder en situaciones de conflicto.

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Desde Washington, la respuesta fue inmediata y contundente. El vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, calificó la posibilidad de cerrar el paso marítimo como un acto “suicida” para Irán: “Toda su economía pasa por el Estrecho de Ormuz. ¿Por qué harían eso? No creo que tenga ningún sentido”, afirmó.

La advertencia tiene fundamentos estratégicos: el Estrecho de Ormuz es una vía marítima vital a nivel global. A través de sus aguas circula alrededor del 20% del petróleo comercializado en el mundo. Su cierre, incluso temporal, tendría un impacto directo en el precio del crudo y podría disparar una crisis energética de alcance planetario.

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La ONU como escenario diplomático

El conflicto también llegó al ámbito de las Naciones Unidas. En una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad solicitada por Irán, el embajador iraní ante la ONU, Amir Saeid Iravani, fue el encargado de expresar la posición oficial del país. Si bien se reservó el derecho a responder “en tiempo, forma y escala” ante los ataques de Estados Unidos, su discurso evitó amenazas directas y buscó, en cambio, construir una narrativa de legitimidad internacional.

“Irán es un amante de la paz, miembro fundador de la ONU, con cinco mil años de civilización. Fue agredido por EE.UU., el único país que utilizó armas nucleares”, recordó Iravani, aludiendo a Hiroshima y Nagasaki. También cargó duramente contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a quien acusó de “secuestrar” la política exterior estadounidense y arrastrar a Washington a “una guerra costosa y sin fundamentos”.

El embajador no ahorró críticas al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y a potencias europeas como Francia, Alemania y el Reino Unido, por lo que consideró un doble estándar en la región. “Ignoran el arsenal nuclear israelí, mientras cuestionan a Irán sin pruebas”, sostuvo.

Explosiones cerca de instalaciones nucleares

Mientras tanto, en el terreno, la situación sigue deteriorándose. Irán reportó este domingo una serie de explosiones cerca de la ciudad de Bushehr -donde se encuentra una planta de energía nuclear- y en la provincia central de Yazd. Según fuentes oficiales iraníes, se trató de ataques aéreos ejecutados por Israel contra objetivos militares.

El gobernador adjunto de Yazd, Esmaeil Dehestani, aseguró que no hubo daños en infraestructura crítica, como redes de agua o electricidad. En tanto, las defensas antiaéreas de Bushehr fueron activadas de inmediato y, según autoridades locales, lograron neutralizar los objetivos hostiles.

Desde el 13 de junio, Israel ha intensificado su ofensiva aérea sobre territorio iraní. Según datos del Ministerio de Salud de Irán, los ataques ya dejaron un saldo de más de 400 muertos y 3.000 heridos, entre ellos altos mandos militares, científicos nucleares y civiles. Israel, por su parte, reportó 24 muertos en su territorio.

Una escalada con impacto global

La amenaza de cerrar el Estrecho de Ormuz marca un punto crítico en la escalada. No se trata solo de un gesto militar, sino de una posible disrupción económica de alcance global. El estrecho separa Irán de Omán y conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el mar Arábigo. Por esa vía transitan millones de barriles de petróleo diarios, provenientes principalmente de Arabia Saudita, Irak, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos.

Un cierre del paso podría paralizar buena parte de la logística energética mundial, encarecer el crudo, desatar crisis inflacionarias y tensar aún más las relaciones entre las grandes potencias.

Por ahora, la posibilidad permanece en el terreno de la amenaza. Pero la historia reciente -como las crisis del petróleo en los años ‘70 o las tensiones durante la guerra Irán-Irak- demuestra que el control del Estrecho de Ormuz siempre ha sido una carta poderosa y peligrosa en manos de Teherán.

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