La sociedad hebrea votará por tercera vez en menos de un año en busca de la conformación de Gobierno y, en medio de una total paridad, la mirada se centra en el Primer Ministro, que lleva más de una década en el puesto pero está amenazado por acusaciones de corrupción

Israel volverá a las urnas este lunes, por tercera vez en menos de un año, en busca de la confección de un Gobierno que se encuentra con sus facultades anquilosadas a partir de la absoluta paridad entre las fuerzas tanto en el sufragio de abril como en su repetición de septiembre. Y quien intentará aferrarse al poder como Primer Ministro es Benjamín Netanyahu, que lleva más de una década ininterrumpida en el puesto pero que actualmente se encuentra amenazado por acusaciones de corrupción que ganan espacio en el terreno judicial.

Su contrincante con más peso es Benny Gantz, ex miembro del gabinete del actual mandatario como jefe de Defensa, que se volcó a la política en 2018 y, desde entonces, como eje del bloque Azul y Blanco, es la principal opción para romper con la hegemonía del partido Likud.

Sin embargo, las encuestas evidencian cierto estancamiento en la dinámica electoral, con números de escaños idénticos, por lo que se prevé que vuelva a dificultarse la conformación de un esquema de coalición, derivando todo en un nuevo llamamiento a las urnas, en medio de una sensación de cansancio por parte de la sociedad israelí.

En ese sentido, es clave el armado de alianzas parlamentarias, a la espera de los vínculos con el resto de los protagonistas, pues es factible que el grupo gobernante cuente con el apoyo de esquemas como Nueva Derecha, de tendencia secular, y los ultraortodoxos de Unidos por la Tora y Shas; mientras que los contendientes aguardan por el guiño de los laboristas y las asociaciones de izquierda. Pero en ningún caso se podrá asomar a la cifra de 61 legisladores para diseñar el Gobierno en mayoría.

Así la situación, entra en escena el movimiento pendular de los candidatos para arrebatar electorado, y por eso las miradas se posan en Avigdor Lieberman, líder del partido conservador Israel Nuestra Casa, que cuenta con un gran caudal de votos y puede torcer la balanza para uno u otro lado, pese a que mostró su disconformismo con ambos bandos. De hecho, su imagen fue vital para esta incertidumbre electoral, al haberse alejado del oficialismo a fines de 2018 tras ser ministro de Relaciones Exteriores y de Defensa, que propició el desequilibrio que motivó al llamado a elecciones.

¿Cuál fue la circunstancia que sentenció su alejamiento del Likud en su momento? La crítica hacia Netanyahu por cierta contemplación hacia Hamas, el brazo político que tienen los palestinos en la Franja de Gaza. Según su visión, de la mano de su puesto en el terreno, había que dar un paso más grande para desarticular esa estructura, que en Israel consideran una amenaza terrorista.

Esa referencia al conflicto de antaño con Palestina es la que le da al Primer Ministro el espaldarazo para creer que tiene las fichas para ganar, en medio de la paridad. Y la garantía la brinda Estados Unidos, con un Donald Trump fortalecido y encaminado hacia la reelección para la presidencia. Es que hace un mes, con la presencia de Netanyahu, mostró en el tablero internacional el denominado Acuerdo del Siglo, con el que se espera solucionar el drama eterno en esa región. Y los puntos básicos son un bálsamo para Israel, que en plena oleada nacionalista significa un saldo positivo para el mandatario, bajo el ala protectora de Washington.

¿Qué dice el acta? Desestimada por las autoridades palestinas de forma veloz, considera a Jerusalén como capital “indivisible" de Israel, algo que EEUU promovió ya en 2017, con el traslado de la embajada a esa ciudad desde Tel Aviv y que generó un sinfín de protestas de distintas regiones árabes. Además, se concreta la anexión de los asentamientos que fueron construidos en Cisjordania durante décadas, más el valle del Jordán, decisión que le quita espacio vital a Palestina. A cambio, la idea es generar un gran proyecto de infraestructura, a lo largo de los próximos años, para darle una mejor calidad de vida a los palestinos, a sabiendas que hoy viven en una situación muy complicada, a partir del bloqueo permanente.

Ese plafón que concedió Trump propició un crecimiento de Netanyahu en la campaña, que podría allanarle el camino para obtener, al menos, una leve ventaja. Y el líder del Likud agregó un argumento que ya expuso en otras ocasiones y que posibilitó que sea el hombre que más tiempo estuvo en el poder en su país: el conflicto armado con el enemigo predilecto. Los ataques en la Franja de Gaza, a modo de represalia, se multiplicaron en las últimas horas, en contra del movimiento Yihad Islámica, a lo que se añadió, con la premisa de erradicar el terrorismo, ataques aéreos hacia el sur de Siria, desde los Altos del Golán, donde también entienden hay un foco que deben combatir. Esto último se da mientras Al Assad, presidente sirio, avanza con su ejército sobre Idlib, en la otra punta del país, y se abre la puerta a una guerra de dimensiones con Turquía, algo que tiene en vilo a toda la región pero también a Europa, a donde pueden recalar miles de refugiados.

Todos estos artilugios Netanyahu los pone sobre la mesa para unificar criterios, consolidar un mensaje de unidad, indicando que el problema está en el exterior, y así cerrar filas fronteras adentro, pues necesita calma, ya que en dos semanas empezarán a definirse cuestiones sobre su situación judicial, acusado de corrupción, sobornos, fraude y abuso de poder. Allí, justamente, está el puntal de su opositor: avivar la sensación de hastío sobre un personaje cuestionado.

Las elecciones, con ese panorama a cuestas, toman trascendencia y será fundamental la participación en las urnas. A ese ítem están atentos los candidatos, ya que, al cansancio generalizado por tener votar por tercera vez en menos de un año, se le suma otro inconveniente mayúsculo: el avance del Coronavirus, que está haciendo mella en Medio Oriente pero que en Israel se trata de contener con diferentes medidas, todas puestas a prueba en una jornada vital para el futuro inmediato del país.

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