Un día como hoy, pero de 1993, la policía colombiana abatió en los tejados de un barrio de Medellín a uno de los narcotraficantes más buscados hasta ese momento. Se calcula que "El Patrón" contaba en sus espaldas entre 5.000 y 10.000 asesinatos.

Pablo Escobar, de cuya muerte se cumplen este lunes 20 años, fue el mayor narcotraficante de la historia de Colombia y fundador del Cartel de Medellín. Su extraordinaria fama se debe a sus asesinatos, que se calculan entre 5,000 y 10,000, y por crear una cultura "narco" que penetró la sociedad colombiana y sus instituciones y de la que el país aún no se desprende.

Conocido con el apodo de "El Patrón", en alusión al inmenso poder que tuvo en los años ochenta del siglo XX, cuando la revista Forbes lo catalogó como el hombre más rico del mundo, Pablo Emilio Escobar Gaviria nació el 1 de diciembre de 1949 en Rionegro, en el departamento de Antioquia, al noroeste de Colombia.

Murió un día después de cumplir los 44 años, el 2 de diciembre de 1993, abatido en los tejados de un barrio de Medellín cuando huía de la policía, tras una vida en la que hizo negocios con agentes de la DEA, presidentes como el general panameño Manuel Antonio Noriega, o con Vladimiro Montesinos, quien fuera asesor del ex mandatario peruano Alberto Fujimori.

El capo fue el tercero de siete de hermanos y desde joven se dedicó al hurto de vehículos. En los años sesenta comenzó a traficar con marihuana para luego dar el salto a la cocaína, la que le hizo célebre por sus envíos masivos a Estados Unidos.

Se alió con Gonzalo Rodríguez Gacha, alias "El Mexicano", Carlos Lehder y los hermanos Jorge Luis, Fabio y Juan David Ochoa, quienes se habían enriquecido con el contrabando de licor y la marihuana, para fundar el Cartel de Medellín, una poderosa organización criminal que declaró una guerra feroz al Estado.

Su insaciable sed de poder lo hizo buscar el poder político cuando ya la inmensidad de su riqueza le resultaba estrecha. Fue elegido en 1982 representante suplente a la Cámara, época en la que invirtió parte de sus ganancias del narcotráfico en construir canchas de fútbol en zonas pobres de Medellín e incluso un barrio entero para los habitantes de un basurero.

A quienes visitan el barrio "Pablo Escobar" les recibe un gran mural con el lema "Aquí se respira paz" y una imagen del Niño Jesús de Atocha, al que "El Patrón" adoraba. En ese lugar se sigue venerando al mafioso.

Eran tiempos en los que la prestigiosa revista Semana le llegó a calificarlo como el "Robin Hood Paisa" y Virginia Vallejo, una de las periodistas más populares de Colombia, era su amante oficial.

Y es que su Hacienda Nápoles, una finca de miles de hectáreas, acogía a "la crème de la crème" de la sociedad colombiana: políticos, empresarios y periodistas que, abrumados por el poder, participaban de safaris y tomaban fotos a animales salvajes traídos especialmente desde Africa a la finca de Escobar.

Pero su llegada al Congreso lo puso en la mira gracias a las investigaciones decisivas del diario El Espectador sobre sus actividades ilícitas y la acción del entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla.

"El Patrón" no era dado a perdonar a sus enemigos, menos a convivir con ellos pacíficamente. En 1984 sus sicarios asesinaron a Lara Bonilla y dos años más tarde al director de El Espectador, Guillermo Cano. En 1989 un atentado con 135 kilos de dinamita en el interior de un vehículo destrozó las instalaciones de ese diario.

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