Esto ocurrió el viernes por la mañana, en el marco de un divorcio, en una reunión pactada y con presencia de abogados de ambas partes, la muerte también se dio cita en el country y nada puede modificar el desenlace.
Esta vez se trata de una familia de clase alta, lujosa casa, viajes al exterior, selfies con celebrities, autos de altísima gama, y sin embargo el flagelo de la "Violencia Familiar" no hizo distingos sociales y golpeó fuerte y certeramente llevándose la vida de otra mujer.
Desde lo legal debo señalar que había un alerta previo, la denuncia de la mujer que originó la cautelar de "Exclusión del Hogar y restricción de Acercamiento impuesta al ex cónyuge Farré", dicha medida fue "levantada" aparentemente por pedido conjunto.
Pero el juzgado interviniente no procedió a requerir un informe interdisciplinario que evalúe si estaban dadas las condiciones para levantar la medida de restricción de acercamiento. Si bien es lícito y está previsto en ordenamiento, los jueces deberían tomar recaudos en casos similares.
Aquí las partes siete días antes del asesinato solicitaron el cese de las medidas dictadas en el marco de las actuaciones de Familia y Violencia. Ya es tarde para lágrimas pero queda la sensación amarga de sentir que podría haberse evitado, que se volverá a dar otro caso de femicidio, que aún falta mucho por hacer por parte de todos.
Como abogados, no debemos ni exponer a nuestros clientes ni exponernos como letrados a situaciones similares, en tal caso tendremos que extremar los cuidados, pecar tal vez de exagerados pero ser previsores y fundamentalmente no minimizar los alertas, los avisos, los hechos de violencia, aunque los tengamos naturalizados.
Muchos colegas son testigos de audiencias con altísima violencia verbal y gestual, ante eso hay que poner límites, cuando llega el golpe puede ser tarde. En modo alguno podemos callar en aras de un futuro acuerdo, porque con la violencia no se transa.
Como sociedad la tarea sin dudas es prevenir, educar contra la violencia de género. Esto es no tomar a la ligera los dichos de una víctima y no descreer de las amenazas del violento.
(*) Valeria Carreras es abogada. Especial para DIARIO POPULAR