Para llevar adelante las tareas cotidianas e interactuar con las demás personas, necesitamos de una capacidad que es esencial: la atención. Se trata de un proceso cognitivo fundamental responsable de filtrar las señales del ambiente, amplificando las que son importantes y, al mismo tiempo, suprimiendo aquellas irrelevantes.
Así, nos permite enfocarnos. Los procesos de atención son muy sofisticados. La gran mayoría de nuestras acciones y funciones cerebrales requieren que nuestro cerebro se centre en porciones específicas de nuestro alrededor.
Todo esto hace que la atención no pueda ser entendida como un único fenómeno. Actualmente, se reconocen distintas clases: la atención selectiva, la atención sostenida y la atención dividida.
Cada uno de estos tipos depende de una compleja red cerebral que incluye regiones de los lóbulos frontales y parietales, entre otras.
Si estamos en un bar en el que pasan música y además las personas de las otras mesas están hablando mientras nosotros intentamos llevar adelante una conversación con amigos, debemos ser capaces de filtrar los estímulos relevantes e ignorar toda aquella información que sea irrelevante de nuestro alrededor. De esta manera, vamos a poder hacer foco en lo que nos interesa. Para que esto suceda, necesitamos activar los circuitos de la atención selectiva. En cambio, cuando necesitamos concentrarnos en una misma tarea durante un tiempo prolongado, por ejemplo, cuando estudiamos para rendir un examen, tenemos que poner en marcha la atención sostenida.
La atención dividida es la que posibilita la alternancia del foco atencional entre distintos estímulos. Pensemos en la situación cotidiana en la que estamos mirando un programa de televisión y discutiendo sobre una situación laboral. Este cambio de foco es tan rápido que suele pasar inadvertido y así parece que se puede atender a más de un estímulo por vez. De este modo, se genera la ilusión de estar haciendo más de una cosa al mismo tiempo (lo que se denomina multitasking).
Sin embargo, la mayoría de los estudios demuestran que se trata de una simple simulación. Además, puede suceder que otras funciones cognitivas se vean afectadas por fallas básicas en la atención. Por ejemplo, algunas personas sienten que su memoria está fallando y, sin embargo, puede ser que la dificultad esté dada por problemas en la atención que luego se traducen a una mayor dificultad en memorizar datos o eventos. Es que, ¿Cómo podemos recordar aquello a lo que no le hemos prestado atención?
Cuando reflexionamos sobre la atención, se vuelve evidente que en nuestro día a día damos por sentado su trascendental rol.
Poder prestar atención es lo que nos permite abrir la puerta para acceder al mundo que nos rodea.
Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico. Presidente de la Fundación INECO.