¿Esta vuelta al endeudamiento en dólares inaugura un cambio duradero o si fue simplemente una maniobra de mitad de mes para ganar tiempo?
El Gobierno volvió este miércoles a emitir deuda en dólares por primera vez en ocho años y logró colocar US$ 1.000 millones, en una operación que buscó enviar una señal de fortaleza financiera en plena mitad de mes y con un cierre de año todavía abierto. La licitación, realizada bajo ley local y a una tasa del 9,25%, fue presentada por el oficialismo como un regreso de la Argentina a los mercados, aunque la demanda y el costo dejan dudas sobre el verdadero alcance del movimiento.
Entre bancos, analistas y operadores financieros circuló la lectura de que el monto alcanzó el objetivo buscado, pero que el precio a pagar revela todavía un riesgo país elevado y una confianza que se reconstruye con dificultad. “ No es un fracaso, pero tampoco un éxito rutilante: pagás casi 10 puntos para endeudarte en dólares y eso dice mucho ”, resumió un operador de la city. Varios economistas recordaron que regresar al endeudamiento externo sin un programa integral suele solucionar urgencias de caja, pero no los problemas de fondo.
El Ministerio de Economía venía anticipando desde el lunes que necesitaba mostrar capacidad de financiamiento en moneda dura para afrontar vencimientos inmediatos y evitar tensiones cambiarias. La operación se apoyó principalmente en bancos locales, que adquirieron buena parte del bono y permitieron alcanzar los US$ 1.000 millones. Para el Gobierno, era clave mostrar que todavía existe apetito —aunque sea condicionado— por instrumentos en dólares emitidos por el Tesoro.
El movimiento no tardó en generar ruido político. El exministro de Economía Martín Guzmán publicó temprano en X un mensaje crítico sobre la estrategia oficial. Señaló que volver a endeudarse en dólares a tasas tan altas, “sin un marco macroeconómico que asegure repago y estabilidad futura”, implica trasladar riesgos hacia adelante. También advirtió que financiarse en moneda dura bajo estas condiciones puede otorgar alivio inmediato, pero “aumenta la vulnerabilidad externa del país”. Desde el oficialismo evitaron confrontar directamente, pero en pasillos de Economía atribuyeron las críticas a “intereses políticos evidentes”.
El análisis financiero, por fuera de la disputa política, fue más matizado. Algunos economistas destacaron que la demanda no fue mala para un país que estuvo fuera del mercado tanto tiempo, aunque remarcaron el costo elevado. “Volver a emitir no es necesariamente riesgoso; lo riesgoso es hacerlo cuando la economía no tiene un ancla nominal firme ni un horizonte de crecimiento”, planteó un analista de un banco internacional. Otros señalaron que, aun con la tasa alta, obtener dólares hoy puede ser funcional para estabilizar expectativas en un diciembre históricamente complejo.
La jugada, sin embargo, deja interrogantes sobre la estrategia macroeconómica del Gobierno. La emisión se da en un contexto de inflación todavía elevada, actividad débil y reservas del Banco Central que requieren precisión quirúrgica para evitar saltos cambiarios. Para algunos consultores, el Gobierno necesitaba una señal rápida de solvencia financiera para transitar la segunda mitad del mes sin sobresaltos; para otros, endeudarse en dólares en este nivel de riesgo país es una muestra de que las alternativas de financiamiento local quedaron cortas.
En lo inmediato, la colocación le permite al Tesoro mejorar el calendario de pagos y ganar algo de aire. Pero en el mercado subrayan que esta operación no modifica la percepción de fondo: Argentina sigue pagando tasas de país en crisis. “Un 9 o 10% en dólares es la confirmación de que la confianza todavía está lejos. Es un financiamiento caro, que sirve para superar el mes, no para despejar el horizonte”, explicó un consultor que sigue el caso argentino desde Nueva York.
El impacto político también es relevante. El Gobierno intenta encarar las últimas semanas del año mostrando control y capacidad de gestión frente a la discusión por el Presupuesto 2026 y las tensiones con gobernadores. La colocación de hoy alimenta el relato oficial de que “el mercado acompaña”, aunque esa lectura convive con la preocupación por el costo del endeudamiento y por la dependencia creciente del capital bancario local.
Los próximos días serán clave para medir la verdadera recepción. Si el dólar financiero se mantiene estable y los bonos soberanos no profundizan caídas, Economía intentará capitalizar este resultado como una señal de orden. Si, en cambio, aparecen nuevas presiones cambiarias o ventas de carteras, la lectura será que la licitación solo pateó problemas hacia adelante.
En paralelo, la operación reaviva el debate dentro del propio oficialismo sobre el equilibrio entre ajuste fiscal, emisión de deuda y estabilidad social. Algunos funcionarios ven la colocación como una herramienta necesaria para llegar a enero sin stress financiero; otros consideran que la señal hacia los inversores no será suficiente si no se consolida un marco macro más previsible.
Aun así, el Gobierno logra marcar un punto político: después de años sin acceso real a financiamiento en dólares, Argentina vuelve a emitir y encuentra compradores. Pero ese punto convive con la evidencia de una economía frágil, donde cada movimiento financiero es leído con lupa por los mercados y donde el costo de cada decisión se multiplica.
Para la oposición, la jugada es un regreso prematuro a un mecanismo que ya generó crisis en el pasado reciente. Para el oficialismo, es un acto de pragmatismo necesario. Y para los economistas, una señal ambigua: permite evitar tensiones inmediatas, pero confirma que el país sigue muy lejos de recuperar condiciones normales de financiamiento.
La incógnita, ahora, es si esta vuelta al endeudamiento en dólares inaugura un cambio duradero o si fue simplemente una maniobra de mitad de mes para ganar tiempo. El mercado tendrá la respuesta antes de que termine la semana.
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