Un enfermero comenzará a ser juzgado por haber abusado sexualmente durante siete años de una sobrina de su pareja desde que era una niña y hasta la adolescencia, tanto en los períodos en que la víctima iba a visitarlos para las vacaciones a la provincia de Corrientes, pero acentuándose cuando el violador residió en la ciudad de Buenos Aires y tenía un contacto permanente.
En la causa, en la que el imputado acaba de declarar, resta determinar si el agresor utilizaba alguna droga para dopar a la chica, debido a que esto podría actuar como agravante para la conducta delictiva de la que se lo acusa.
La denuncia fue radicada, tiempo atrás, por la madre de la hoy joven de 20 años, quien contó que los abusos comenzaron cuando ella tenía apenas ocho años y viajó a Corrientes para pasar unas vacaciones de invierno en la casa de su tía, quien convivía con su pareja, de profesión enfermero.
Y si bien las violaciones se repitieron, aunque de manera espaciada (“cada vez que la veía”, se indicó), se profundizaron cuando este sujeto decidió radicarse en la Capital Federal con su pareja, la tía de la damnificada
“Todo comenzó con manoseos y pocos años después, se dieron los accesos carnales y como la víctima refiere cierto grado de indefensión cuando ocurrían las violaciones, se cree que la dopaba. Ella se animó a contarlo hace un par de años, a través de la madre, y recién ahora se pudo localizar a este hombre, quien al declarar negó todo. De todas maneras, los lugares y fechas en que se dieron los abusos coinciden con el relato de la chica”, sostuvo la abogada Deborá Huczek, quien asiste a las querellantes.
El expediente tramita ante el Juzgado de Instrucción Nro. 32, a cargo de Santiago Quian Zavalía, debido a que la denuncia se radicó en la ciudad de Buenos Aires, pues los últimos episodios de violación se dieron en una vivienda del barrio de Montserrat, pero también incluye a los abusos ocurridos en Corrientes.
El sospechoso está imputado por “abuso sexual agravado”, tanto por el acceso carnal, como por el aprovechamiento de la inmadurez sexual de la víctima y la situación de convivencia preexistente. En tal sentido, de ser hallado culpable podría caberle una pena de entre seis y diez años de prisión, aunque de comprobarse que la sometía bajo los efectos de alguna droga, podría elevarse al rango de entre 8 y 20 años de cárcel.
Según trascendió, el enfermero empezó con los vejámenes hacia la sobrina de su pareja, cuando en unas vacaciones de invierno de 2005, la nena (de entonces ocho años), pasó unos días en su casa y en el verano siguiente, la situación se repitió, con tocamientos de las partes íntimas, pero sin accederla carnalmente.
Hasta que en 2010, la pareja se mudó a Buenos Aires y aprovechando la excelente relación de la chica con su tía, este hombre aprovechó para tomar ciertas actitudes de protección, amparándose en que los padres de la víctima se habían separado y la ya adolescente carecía de una figura paternal cercana.
Cuando tenía 12 años se dio la primera penetración, cuando se presume que el violador le suministró algún somnífero que la dejó en virtual estado de indefensión, para posteriormente, intimidarla con que no contara nada de lo sucedido. Los abusos se repitieron de manera sistemática hasta que cumplió los 15, pero recién pudo atreverse a contarlo un par de años más tarde, pero frente a la negativa del acusado, incluso de su propia tía, se dio la fuga del acusado.
“En principio, sabíamos que habían regresado a Corrientes, pero cuando lo llamaron a declarar en primera distancia constituyó un domicilio en la ciudad de La Plata y esto derivó en que se demorara más de la cuenta en localizarlo para ponerlo nuevamente a disposición del Juzgado. Tras pedir una postergación, ahora fue indagado, reiteró su presunta inocencia, pero hay muchas evidencias que lo incriminan”, concluyó la abogada Huczek.