El búnker de Unidad Ciudadana en Arsenal de Sarandí fue un verdadero cóctel de emociones durante la jornada electoral. La esperanza inicial de los seguidores de Cristina Kirchner devino en silencio, el silencio se fue convirtiendo en desazón, la desazón se transformó en euforia y finalmente el escenario fue dominado por una tensa espera, con denuncias de manipulación de datos de por medio.
Durante el transcurso de los comicios, el kirchnerismo destiló esperanza. Confiaba en una victoria de la expresidenta sobre Esteban Bullrich, el precandidato de Cambiemos en la puja por las bancas del Senado. Se esperaba un triunfo ajustado, pero triunfo al fin.
A las 21, con los primeros datos oficiales, se dio la primera mutación en el aspecto emocional de la elección. Mientras el búnker de Cambiemos en Costa Salguero era una fiesta, en el de Cristina reinaba el silencio. Bullrich ganaba por seis puntos de diferencia. Y aunque el recuento no contemplaba todavía los votos de aquellos distritos dominados por el kirchnerismo (la denominada Sección Tercera, por ejemplo), las señales no eran del todo alentadoras.
Un rato después, Cambiemos festejaba una extraordinaria elección a nivel nacional y algo parecía claro: el kirchnerismo era el gran perdedor de la jornada electoral.
Hacia la medianoche, el búnker del oficialismo comenzó a vaciarse y sus seguidores se fueron a sus casas con una sonrisa. Mientras, en Sarandí se daba una nueva mutación: la desazón se convertía en esperanza. Cristina se arrimaba a dos puntos de Bullrich con cerca del 70% del escrutinio realizado.
A esa altura, la 1 de la mañana, el recuento de votos avanzaba rápidamente y, una vez que la diferencia era menor a un punto, la esperanza que gobernaba el búnker de Sarandí se transformó en euforia. Se percibió que la tendencia terminaría de revertirse y los seguidores del kirchnerismo arrancaron los festejos.
La alegría no duró mucho. Es que el recuento de votos se desaceleró notablemente. Un 20% del escrutinio (del 65% al 85%) avanzó en pocos minutos. Pero un 5% (del 85% al 90%) tardó una hora y media. Y cuando parecía que Cristina alcanzaría finalmente a Bullrich, la euforia se convirtió en tensión. Y en denuncias.
Los representantes de Unidad Ciudadana afirmaron que el Correo frenó la carga de datos. A las 2:20, Leopoldo Moreau alzó la voz. "Secuestraron los votos", protestó. Y fue más allá: "El Gobierno antepuso una campaña de marketing por sobre la verdad".
A las 3:40, Cristina Kirchner irrumpió en escena, calificó de "bochorno" la elección y se adjudicó el triunfo. Además destacó que "dos de cada tres argentinos" le dieron la espalda al Gobierno Nacional y le reclamó al presidente Mauricio Macri que "cambie el modedo económico".
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