Polémico y respetado. Señalado como ejemplo del progreso nacional, pero también del fraude. Francesco Raúl Macri, más conocido como Franco Macri, falleció este sábado a los 88 años. El hombre nacionalizado argentino sembró una vida dedicada al empresariado desde que arribó al país a los 18 años junto a dos de sus ocho hermanos procedentes de Roma, Italia, y sin hablar español.
Cuando tenía 11 años había estallado la guerra en todo su país y a la ciudad de Roma la declararon como abierta. No había para comer en su casa, por lo que el padre Giorgio tenía que ir a la campaña, en donde esquivaba balas y bombas para traerles comida. Cuando llegaba a casa lo poco que traía lo ponía en una vieja balanza para entregarles a todos lo mismo. El papá, según el periodista Horacio Verbitsky, “hizo fortuna como constructor y concesionario del Correo antes de dedicarse a la política y emigrar” a Argentina.
“Los años de guerra me marcaron más de lo que creí”, escribió en su libro “Charlas con mis nietos”, publicado por la editorial Planeta en 2013. Aquellos tiempos de miseria lo obligaron a decidirse por otras tierras a los 18 años (era 1948) y aprovechar la estadía del papá en Argentina.
Sin conocer el idioma, comenzó a juntar dinero al trabajar como asistente de un ingeniero civil italiano, aunque también él mismo señaló varias veces que tuvo un pasado de albañil. El conocimiento del rubro lo llevó a fundar una empresa dedicada a la construcción, lo que luego sería la importante SIDECO Americana que formaría parte de otro éxito, el gigante Grupo Macri-Socma.
El conglomerado multirubro alcanzó su crecimiento en diversas etapas de la historia nacional, con construcciones contratadas por la última dictadura cívico militar, asociaciones con la firma FIAT durante los ochenta, la aparición del sistema de Pago Fácil durante la presidencia de Carlos Menem y lazos con el poderoso gobierno chino acentuado en tiempos de los Kirchner.
“La cuantía de riesgos que asumí debe haber generado muchas angustias en mis hijos”, se autocriticó, a pesar de haber inflado el pecho cada vez que consideró un éxito ejemplar a todos y cada uno de los proyectos empresariales que proyectó.
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Franco contrajo matrimonio con Alicia Blanco Villegas (1958 – 1980) y Cristina Greffier (1982 – 1986). Tuvo seis hijos: Mauricio, Alejandra, Gianfranco, Mariano y Florencia; perdió a su hija Sandra en 2014, quien sufrió de un cáncer durante mucho tiempo.
Mientras el imperio crecía, y casi como una costumbre italiana, confió en su hijo Mauricio para que presidiera alguna de las empresas.
Diferenciado con él por diversos motivos (en el libro “El Pibe”, de Gabriela Cerruti, se asegura que no mantienen diálogo), reveló en una entrevista a la revista Noticias tras abandonar Socma a los 78 años: “Mi hijo me sacó la empresa”. Tenía problemas en su salud.
Pero el orgullo de padre no lo pudo ocultar en diciembre del año 2015 cuando vio a Mauricio en el balcón de la Casa Rosada. Escribió un tweet: “Llegué al país con 18 años. Trabajé duro, fui albañil y un empresario exitoso. Nunca pensé que a los 85 años sería el padre del Presidente".
Su vida también estuvo surcada por denuncias por contratos inescrupulosos con el Estado, de hacer crecer su imperio con la renta pública y beneficiarse de acuerdos por obras que nunca se terminarían, sobre todo con el gobierno de facto. “Me pregunto en qué trabajaban o dónde estaban durante la dictadura todos aquellos que se encarnizaron conmigo”, destacó.
Siempre se quejó de que nunca se diera un espacio en los medios para hablar de su personalidad y de lo que consideró vitales para progresar: “Hay tres cosas que nunca vuelven atrás: la palabra pronunciada, la fecha lanzada y la oportunidad perdida”.